A fines del 2007, periodistas de distintos medios me pidieron que haga un balance del año transcurrido en el sector Educación. Aunque mis respuestas fueron similares para todos, las veo publicadas o citadas en las formas más diversas, así que aprovecho para precisar conceptos. Por ejemplo, cuando digo que este año, al igual que en los últimos 30 previos, no ha habido mejora en la calidad de la educación –medida como lo quiere el MEF, por resultados de los alumnos–, los periodistas me replican: ¿no es un logro que el ministro haya controlado al Sutep y que se haya promulgado la Ley de Carrera Pública Magisterial? Mi respuesta fue que es meritorio que el ministro José Antonio Chang haya impuesto el principio de autoridad en el sector para desarrollar la agenda del gobierno sin permitir que el Sutep imponga su voluntad. Es la razón de su ratificación en el cargo, porque el elegido para gobernar es el APRA y no el Sutep. En cuanto a la ley, aún no está reglamentada ni se está aplicando, así que hasta dentro de varios años no será un factor activo de mejora de calidad docente. ¿Y la alfabetización? Es plausible la política alfabetizadora, pero insuficiente porque ella no se traduce en una mejora de calidad para más de siete millones de estudiantes de primaria y secundaria, miles de los cuales, por incapacidad educativa estatal, serán calificados como nuevos analfabetos al cumplir 15 años. ¿Y la capacitación de docentes? Ha sido mal diseñada y poco efectiva. Aun suponiendo que hubiera sido exitosa, abarcó apenas a 33,000 docentes. Y los otros 250,000 docentes no capacitados, ¿cómo es que harán un mejor trabajo este año? En suma, sin aplicar un proyecto educativo nacional como el propuesto por el Consejo Nacional de Educación de manera holística, simultánea, coherente y bien financiada, los avances en calidad educativa serán mínimos e insuficientes para volvernos competitivos en la región. ¿Algo más? Sí. Además de preguntar por la gestión del ministro Chang hay que preguntar por las de Alan García y Luis Carranza (y en ciertas cosas, Meche Cabanillas), porque son ellos los que definen la agenda de prioridades y de financiamiento de la educación peruana. En suma, más allá de la gestión del ministro Chang, es el gobierno el que evidencia no saber cómo transformar la educación en el corto plazo en una palanca del desarrollo socioeconómico de los peruanos.