Publicado el 10 02 2009 http://www.educoas.org/portal/es/tema/tinteres/temaint53.aspx?culture=es&navid=1

Los estudiantes copian porque se puede aprobar copiando. Copian porque así aparentan que entendieron un tema que no estuvo a su alcance. Copian por inseguridad para decir lo que piensan sin sentirse avergonzados o burlados por equivocarse o por no coincidir con lo que piensa el profesor. Copian porque se sienten aburridos, desperdiciados y estafados cuando no se les exige pensar y se les deja tareas irrelevantes y abrumadoras. Copian porque tienen flojera o desmotivación para el trabajo escolar. Copian porque si no hay un vínculo de aprecio entre profesores y alumnos no les molesta exponer su imagen de seriedad. Copian porque temen no ser lo suficientemente hábiles o por las consecuencias (humillación, castigos) que pueden traer los malos resultados. Copian si perciben que la meta última de sus estudios es obtener buenas notas y que serán comparados o rankeados en función de sus resultados. En suma, copiar es una forma sencilla de salir del paso de una exigencia escolar dolorosa ó desvalorizadora para los estudiantes. Sin embargo, las autoridades suelen calificar esta copia como delictiva o inmoral.

Así como cometer un foul en un partido de fútbol es una transgresión sancionada pero no inmoral, copiar en un examen o trabajo es una transgresión sancionable (por las reglas de juego vigentes) pero discutiblemente inmoral, como algunos suelen aducir.

Más inmoral podría considerarse al profesor que se cree Dios y que su santa verdad debe ser grabada en la mente de los estudiantes cual doctrina infalible e incuestionable. La pedagogía moderna no admite esta sistemática agresión a la mente humana que deviene de obligar a los niños a convertir su cerebro en un inútil disco duro que almacena información, sin que se le provea del software para sacarle provecho.

Alfie Kohn, en “Who’s Cheating Whom?” (Phi Delta Kappan, octubre 2007) sostiene que más allá de culpabilizar a los alumnos por copiar o plagiar, sería bueno preguntarse por qué tantos alumnos hacen cosas que se supone que no deben hacer, y qué nos dice eso sobre la pedagogía escolar. A veces prestamos tanta atención a las características de personalidad y conductas individuales, que perdemos de vista cómo el contexto social afecta lo que hacemos y lo que somos. Tratamos cada transgresión o dificultad académica como si fueran resultados de la incompetencia o de una intención perversa de los alumnos, sin prestar atención al contexto en el que estas actitudes ocurren. Así, se culpa al alumno que copia, sin considerar que lo que está haciendo es reaccionar a una presión intelectualmente abusiva a la que es sometido.

En suma, diría que los estudiantes no copian porque sean malos. El hábito de copiar puede entenderse mejor como un síntoma de lo que anda mal en las prioridades y enfoques pedagógicos de la escuela, más que como una mera conducta premeditada censurable de los alumnos.

La reflexión que tenemos que hacer es la siguiente. Si copiar es una infracción a las reglas de juego de la actividad escolar normada por las autoridades pedagógicas, ¿cómo calificar éticamente a las autoridades y profesores que con sus actitudes, metodologías y exigencias inducen a los alumnos a copiar? ¿No es inmoral inducir a otros, especialmente si son menores, a cometer infracciones? Si no queremos que los alumnos copien, no les propongamos situaciones que los tienten a copiar para sobreponerse al aburrimiento, la sobre exigencia, memorización, dolor, competencia o la obsesión por competir y sacar buenas notas como meta del aprendizaje. Si no estamos a la altura de los alumnos de estos tiempos, capacitémonos o busquemos otro oficio, pero no descarguemos las culpas sobre las víctimas.

León Trahtemberg

Editor Invitado

Educador
www.trahtemberg.com

 

Noticia afin

Las técnicas de los profesores para evitar que alumnos copien en las pruebas

Maestros combaten «trampas» que van desde torpedos hasta grupos en WhatsApp.

(LT: ¿Alumnos se copian «porque son inmorales» (como dicen sus acusadores) o es que los profesores no saben cómo evaluarlos y apelan a estrategias de enseñanza y evaluación que incentivan la copia?)

“Nosotros, por ejemplo, no usamos pruebas con alternativas, porque las técnicas para copiar son infinitas”, señala el decano de la facultad de Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica, Juan Carlos de la Llera. Así explica, en parte, el hecho ocurrido el 4 de mayo, cuando un grupo de 30 estudiantes de esa carrera, que rendía una evaluación en la Facultad de Física, copió a través del sistema de mensajería instantánea instalado en sus celulares. Detectada la irregularidad, la universidad abrió un sumario investigativo en contra de los involucrados, de los cuales 18 ya han reconocido el error ante las autoridades.

Más allá de la particularidad del uso del teléfono móvil, las técnicas de copia siempre han existido entre los estudiantes. Desde los conocidos “torpedos” hasta grupos de WhatsApp. Es una situación que se da en la enseñanza comenta Sebastián Howard, académico de la Facultad de Educación de la Universidad Diego Portales, “no hay tanta novedad en el hecho de copiar, la novedad es el medio, pero no es sorpresa que copien masivamente. Eso ocurre en todos los niveles de enseñanza y en todos lados”. Es por esto que en la mayor parte de los establecimientos, existen normativas para evitar estos eventos.

“Hacer pruebas múltiples o la distribución de los bancos”, son medidas que se toman en el Instituto Nacional, según cuenta Pedro Torres, asesor de rectoría, quien agrega que para el liceo “lo fundamental es un buen control del docente, ya que debe estar atento y con las reglas bien claras sobre lo que pasa si se incurre en una falta”. Además, el uso de los celulares está prohibido durante las evaluaciones, al igual que los cuadernos o libros a la vista.

En la Escuela Poeta Pablo Neruda, de Lo Prado, siguen instructivos similares para enfrentar esto. “Hacer pruebas fila A y fila B, cambiar el orden de las preguntas, y en el caso de atrapar a alguien en el acto la prueba siempre se anula. También se pueden hacer preguntas de aplicación o desarrollo en vez de alternativas”, indica Ismael Tamayo, sicopedagogo del establecimiento.

Dentro de las universidades se siguen instrucciones del mismo tipo, como la inhabilitación del uso de teléfonos inteligentes. Ana María Díaz, directora de docencia de la Universidad del Desarrollo, dice que “es típico que existan secciones que hacen evaluaciones en todo momento, entonces algún alumnos toma una foto a la prueba y la envía por WhatsApp a otro grupo”. Es por este motivo que desde el 2013 el plantel generó un instructivo donde se establece la prohibición de los celulares durante una evaluación.

Pero la efectividad de estos métodos, no siempre es exitosa. “La mejor forma de evitar la copia es no hacer pruebas masivas de este tipo”, remarca Sebastián Howard, especialista de la UDP. El académico detalla que la preparación de estas pruebas más complejas termina siendo ineficiente debido al tiempo que toma realizarlas.

En el caso de plagio en informes o ensayos, una de las formas de evitarlo es tener buenos criterios y pautas de evaluación y que los estudiantes puedan conocerlos. “El que los alumnos reciban todos los criterios con los que los evalúan, permite que no tengan excusas por citar mal, o copiar directamente del internet”, expone Ruth Arce, experta de la Universidad Diego Portales, que añade que “los trabajos tienen que ser de procesamiento de información, por lo que el ‘copy paste’ deja de servir, ya que es necesario desarrollarlos”.

¿Por qué se copia?

El director de la licenciatura en Sociología de la Universidad Alberto Hurtado, Omar Aguilar, plantea que “quienes copian están dispuestos a pasar por encima de una cuestión de carácter moral, y esto es porque tienen una conciencia que se asemeja más a la de un niño que a la de un adulto”. En esto, el director explica que la conciencia de un menor “se orienta en lo que es bueno o malo por la lógica del garrote, mientras que en los adultos existe un entendimiento valórico de las reglas que nos rigen”.

«Un alumno que copia es un corrupto» Miguel Ángel Escotet,director de RSC de Abanca y exdecano de la Universidad de Texas alerta de una cultura del engaño. (LT: Deja que pensar la asimetría de esa generalización y si poner el foco crítico solamente en el que copia y sancionarlo resuelve los problemas de la copia. En TED sostuve que «si no quieres que el alumno se copie, no le hagas preguntas que se puedan responder copiando; tiene cerebro para pensar». No para justificar la copia, sino intentar ver la clase como un ecosistema que vincula a profesores, alumnos, temas, metodologías, evaluaciones, sinergias, interacciones, etc. que deben verse como conjunto para resolver los problemas que los aquejan. Por ejemplo, si un niño tiene miedo que le van a dar una paliza si sale desaprobado y decide copiar ¿es solo su culpa esa copia “en defensa propia”, al optar por el mal menor? O por otro lado, un profesor amenazante, distante, que no prepara sus clases y pruebas a conciencia, (las copia del texto del curso) no se esfuerza por que los alumnos entiendan, piensen y no necesiten copiar para exponer sus argumentos ¿es parte del problema?. La copia es un asunto que merece estudiarse mejor y contextualizarse si es que quiere erradicarse, y no limitarse a castigar a quien se copia. Habría mucho menos copia si se hicieran clases más interesantes, activantes del pensamiento, capaces de generar condiciones para que el pensamiento original de los alumnos sea valorado. También copiarían menos si existiera un sistema de consultas que acompañe mejor al alumno que tiene dificultades para entender mejor aquello que se le exige aprender).