Daría la impresión de que los líderes políticos y empresariales no se preocupan por la educación pública porque creen tener resueltas sus necesidades educativas y las de sus hijos a través de la educación privada. Al no sentir las urgencias de la educación pública, no tienen inconveniente en ignorarla, cosa que se aprecia consistentemente en la marginalidad que ésta tiene en la agenda del mundo político y empresarial, y el desinterés que existe por remediar su catastrófica situación y escaso financiamiento. Sin embargo, una pésima educación pública no sólo constituye una estafa ética a los pobres, sino además ejerce sinergias negativas que afectan tanto a los usuarios de la educación privada como a toda la actividad cívica y empresarial del país. Veamos.

Los colegios privados se nutren de profesores que se gradúan en los mismos institutos y facultades que proveen de profesores a la escuela pública. La escasa investigación educacional, los arcaicos currículos nacionales y los libros que se producen en función de ellos, afectan tanto a públicos como a privados. El bajo nivel de las publicaciones pedagógicas y la inexistencia de sistemas nacionales de evaluación y control de calidad perjudican a todos. La escasez de un buen debate educativo, producciones audiovisuales y de moderno software educativo, capacitaciones y actualizaciones docentes, así como la falta de una cultura lectora, también afecta a todos.

Por lo demás, una educación pública caudillista y autoritaria, que no enseña a los alumnos a pensar autónomamente ni a informarse adecuadamente, los hace fácil presa de los políticos encantadores, que proponen dogmatismos inviables y populismos depredadores de las arcas fiscales, que cuando son elegidos para gobernar perjudican tanto a las familias usuarias de la educación pública como a las de la privada.

Por otro lado, desde la perspectiva utilitaria, a los empresarios que hablan de alta competitividad y productividad les debería interesar que todos los jóvenes trabajadores a los que contratarán, sea para la plana mayor como para los trabajos poco calificados, hayan adquirido en la escuela el dominio básico de la ciencia, tecnología y las capacidades para ser altamente productivos. Eso la escuela pública no lo provee.
Por lo tanto, el urgente rediseño de la educación pública para que tenga alta calidad debiera ser un objetivo de todos los peruanos, incluyendo a quienes en apariencia no son sus usuarios o beneficiarios directos.