Siempre me he preguntado qué sentido tiene en un juicio pedir a quienes dan testimonio que recuerden exactamente los hechos ocurridos tiempo atrás, cuando ese ejercicio me parecía imposible, no solo porque los recuerdos se diluyen sino que se superponen, modifican o confunden con otros. Esta conferencia en TED-Global 2013 de la psicóloga e investigadora Elizabeth Loftus “The Fiction Memory” me dio una respuesta convincente que creo que es bueno compartir.

Empieza relatando el caso de 300 inocentes condenados incorrectamente a largas penas de cárcel o a muerte por acusaciones de víctimas que adujeron haberlos reconocido como autores de delitos o crímenes, lo que la llevó a su investigación de los recuerdos. Pero no era el estudio de cuando la gente se olvida de las cosas, sino de lo contrario: cuando recuerdan cosas que no sucedieron o recuerdan cosas que eran diferentes a las que realmente ocurrieron. Le denomina “falsos recuerdos”.

Sostiene que la memoria no funciona como un dispositivo de grabación que puede ser recorrido con exactitud cuantas veces uno quiera. Los recuerdos son reconstructivos, son como memorias de trabajo similares a una página de Wikipedia cuyas versiones pueden corregirse como consecuencia de estímulos posteriores a los sucesos.

En uno de sus primeros pedía a los testigos que relaten lo que vieron en un accidente automovilístico, modificando solo una palabra en el pedido luego de mostrarles crímenes y accidentes simulados. Si les preguntaba qué tan rápido iban los autos cuando chocaron la respuesta era una menor velocidad que cuando les preguntaba qué tan rápido iban los carros cuando se estrellaron. Y si además preguntaba si vieron vidrios rotos los testigos decían que se había roto el parabrisas (a pesar de que en realidad no se había roto).

Luego estudio casos de militares en situaciones estresantes como el entrenamiento para soportar un interrogatorio tortuoso. Como parte de este ejercicio de entrenamiento estos soldados eran interrogados en una manera hostil, agresivo y con maltrato físico durante 30 minutos después de lo cual tenían que identificar al interrogador. Bastaba que en el proceso de identificar al responsable se usaran preguntas que alimentaban información sugerente para que crean que era una persona diferente, para que muchos de ellos identificaran mal a su verdadero interrogador .

En suma, estos estudios demuestran que si las personas reciben información sugerente sobre alguna experiencia que hayan tenido, pueden deformar, contaminar o cambiar su memoria (cosa muy frecuente en juicios que tienen fuerte cobertura mediática o situaciones en cuyo análisis intervienen líderes de opinión).

Elizabeth Loftus tuvo una temporada de mucho enfrentamiento con la comunidad de psicoterapeutas porque en el análisis de algunos casos clínicos encontró que pacientes que iban a terapia con un problema como depresión o trastorno de la alimentación salían de la terapia con un problema diferente, especialmente cuando se usaban técnicas como los ejercicios de imaginación o de interpretación de los sueños, o hipnosis. La exposición a la información falsa lleva a los pacientes a desarrollar recuerdos falsos.

En estudios ulteriores trabajó la pregunta: si se planta un falso recuerdo en la mente, ¿tiene repercusiones? ¿Afecta sus pensamientos y comportamientos posteriores? En un primer estudio se plantó una falsa memoria a una persona sugestionándola de que se enfermó cuando era niño al comer ciertos alimentos: huevos duros, pepinillos, helado de fresa. Encontró que una vez plantado este falso recuerdo la gente no quiere comer esos alimentos. Demuestra que se pueden plantar recuerdos falsos y tener consecuencias que afectan el comportamiento de largo plazo. Esto conlleva a problemas éticos serios porque los terapeutas no pueden plantar falsos recuerdos en la mente de sus pacientes, aunque eso los ayude. Pero ¿debe impedirse a un padre hacerlo para ayudar a su hijo adolescente a controlar su sobrepeso, obesidad o diabetes que puede ser mortal?

En suma Loftus sostiene “sólo porque alguien dice algo con mucha convicción, confianza, con muchos detalles, con emoción, no quiere decir que es lo que realmente sucedió. No podemos distinguir confiablemente recuerdos verdaderos de los falsos. Necesitamos corroboraciones adicionales independientes.