¿Qué país es digno? Aquel que coloca a su infancia en el centro de su agenda de prioridades. Aquel que tiene la visión de futuro para darse cuenta de que la inversión de hoy en su infancia apuntalará el país del mañana. En Noruega, Finlandia o Suecia, la infancia es la prioridad central. Es inconcebible para ellos pensar en niños desnutridos o que tengan enfermedades prevenibles. En cambio, en el Perú la infancia es periférica. Que mueran o se enfermen niños por falta de atención oportuna y adecuada no le quita el sueño a los gobernantes, congresistas o funcionarios públicos. Aquí podría terminar el diagnóstico del subdesarrollo peruano. Mientras los niños sean periféricos y prescindibles, el Perú será un país periférico y prescindible.

Según el INEI, de 10 millones de niños, 6.5 millones son pobres y de ellos 2.1 millones son pobres extremos, con todas las implicancias que se puedan imaginar en términos de desnutrición, falta de atención médica y mortalidad. La cuarta parte de los menores de cinco años sufre desnutrición crónica, lo que les ocasiona retardo en el crecimiento y enanismo. Todas estas carencias afectan su atención, concentración, desarrollo motor y neurológico, es decir, su aprendizaje. Eso hace que primer grado ya sea tarde para iniciar una escolaridad exitosa, porque no llegan en condiciones de educabilidad.
Durante mucho tiempo no tuvieron voz las mujeres -que ahora tienen igualdad de derechos e incluso cuotas-, las ciudades fuera de Lima -que ahora se benefician de la descentralización-, los cocaleros –que ahora postulan al Congreso–, los homosexuales –cuyas relaciones de pareja ya tienen protección legal–… Todos ellos tuvieron que luchar, protestar, organizarse políticamente, hasta tener voz y que ésta se encarne en propuestas y logros. Pero los niños siguen sin voz, porque no pueden hablar por sí mismos. En esa tarea sus padres y gobernantes no están a la altura de las circunstancias. Estos niños “sin voz” usualmente son escuchados cuando se vuelven adolescentes transgresores, viciosos y luego adultos resentidos. Si fueron niños marginales y maltratados, le devolverán su resentimiento a la sociedad, así como si fueron queridos y atendidos le entregarán su optimismo y disposición favorable al estudio y al trabajo.
Votar por un Perú digno significa votar por quien mejor garantice que quien nazca pobre tenga la educación y la salud que levanten su condena a seguir siendo siempre pobre.