Hace unas semanas fueron publicados los resultados del Índice de Percepción 2002 IPC, elaborado en Alemania por la organización no gubernamental Transparencia Internacional. Se trata de una encuesta hecha en 102 países respecto a los niveles de corrupción detectados por analistas y empresarios del país. En una escala de mayor a menor corrupción del 1 al 10, Bangladesh fue el más corrupto con una calificación de 1,2, seguido por Nigeria, Paraguay, Madagascar y Angola, que recibieron 1,7 puntos. Los países desarrollados reciben encima de 5 puntos y los nor-europeos cerca de 10. En Sudamérica Argentina tuvo 2,8 puntos, el Perú 4 puntos junto a Brasil, Jamaica, Bulgaria y Polonia. En cuanto a los sobornos pagados por las grandes empresas transnacionales, el índice de pagadores de sobornos reveló que grandes empresas de Rusia, China, Taiwán, Corea del Sur, Italia, Malasia, Japón, Estados Unidos y Francia utilizan el soborno como práctica corriente.
En el Perú, según la encuesta de Apoyo publicada el 28 de julio en el suplemento “El Dominical” de El Comercio, el 56% de los peruanos se avergüenza de la generalizada corrupción. Quizá sea un buen momento para abrir maestrías de cuatro semestres para formar especialistas anticorrupción. Después de todo, el Perú es un escenario ideal para ello. Sería fácil armar un currículo y una buena bibliografía con los infinitos casos existentes, incluyendo contratos de sujeción, videos y grabaciones de radio sobre coimas y componendas, así como audiencias judiciales en las cuales generales, periodistas, artistas, deportistas, empresarios, jueces y demás relatan sus historias.
En el primer semestre se desarrollaría un curso introductorio sobre las trasgresiones cotidianas a la ley, lo que incluye las modalidades y tarifas de coimas a los policías y funcionarios menores de justicia, municipios y ministerios. Se trabajarían casos como la venta de licores y perfumes “bambeados”, las construcciones sin licencia y el funcionamiento de institutos, academias y discotecas sin autorización. Se estudiaría también la venta de notas aprobatorias, la obtención de diplomas de médico, dentista o ingeniero sin ir a la universidad, cómo se consiguen repuestos de marca nuevos a la mitad de precio, el acceso a entradas para la reventa, falsificación certificados médicos, policiales y planillones electorales, con visitas de estudio a notarías, imprentas y puestos de venta en Azángaro y Tacora.
En el segundo semestre se abordaría el tema tributario. Eso incluye estudiar cómo se hace el contrabando por tierra, mar y aire, la piratería de libros, CDs y software, con visitas de estudio a los puertos, aduanas y garitas de control, así como a las calles Javier Prado o Washington en el centro de Lima. Este además sería el semestre ideal para estudiar los métodos de evasión y elusión tributaria, así como el diseño de licitaciones para que las ganen siempre los mismos postores o los familiares del ministro licitante.
En el tercer trimestre se estudiarían los lobbies de cuello blanco y los grandes negociados. Eso incluiría las argucias para hacer leyes con nombre propio, el uso del carácter secreto de una norma para esconder componendas y comisiones, los negocios ilícitos del narcotráfico y el tráfico de armas. Se estudiaría cómo se abren cuentas indetectables en el exterior para lavar o esconder dinero, el uso de testaferros, la conversión de aviones y armas en obsoletos para venderlos como chatarra etc. Este semestre podría incluir una visita de estudio a la base naval del Callao para conversar con Vladimiro Montesinos y una teleconferencia con Alberto Fujimori.
En el cuarto semestre trabajarían la apreciación teatral y el manejo de medios. Aquí descubrirían las técnicas usadas por los políticos para lograr poner cara acongojada y usar gestos de consternación frente denuncias de corrupción o los reclamos poblacionales frente a los cuales no piensan hacer nada. También aprenderían cómo se manipula a la prensa y se consiguen titulares para matar una noticia incómoda, agraviar a los enemigos políticos o desacreditar a los fiscales y jueces honestos. Al final del semestre harían un viaje de estudio sobre corrupción comparada a países como Venezuela, Argentina o México, haciendo una escala en la bolsa de Nueva York para estudiar las estafas de las grandes corporaciones. De este modo los graduados estarían capacitados para hacerle frente a cualquier legislación o mafia que se dedica a la corrupción.
Mientras ese postgrado se viabiliza, el Perú podría avanzar en la lucha contra la corrupción con acciones punitivas inmediatas y sobre todo apelando al ejemplo personal de sus líderes, para lo cual las autoridades, funcionarios y personalidades públicas son los mejores catedráticos. Así, en lugar de vergüenza podríamos sentir orgullo.