El ministro de Educación, Javier Sota, presentó los resultados de las pruebas nacionales de matemáticas y lectura tomadas en noviembre del 2004 a 70 mil estudiantes en 843 colegios de Primaria y 636 de Secundaria, estatales y no estatales, de 2do y 6to de Primaria y de 3ro y 5to de Secundaria. Sus palabras finales quizá debieron haber sido: «Por lo tanto, cerraremos todos los colegios de la República hasta que estemos en condiciones de garantizar que sus alumnos aprendan algo significativo».

Ocurre que para el 90% de alumnos, ir o no ir al colegio da casi lo mismo, porque no aprenden casi nada. En 2do grado de Primaria sólo el 15% de los alumnos aprenden lo esperado en Comprensión de Textos, y sólo el 9.6% lo logra en Matemáticas. En otras palabras, ya desde 2do grado los alumnos están condenados al fracaso para el resto de su vida escolar. Ni siquiera necesitamos medir los grados siguientes. Ya sabemos que el resultado será catastrófico. Puro sentido común.
Agreguemos a eso que sólo se cumple el 65% del currículo previsto, por lo que los alumnos al pasar al grado siguiente lo hacen con tales vacíos de habilidades y conocimientos que quedan condenados al fracaso.

Esta vez las evaluaciones a los alumnos incluyeron pruebas de matemáticas básicas y habilidades lectoras a sus maestros. Dice el informe que los profesores no razonan y tienen una bajísima comprensión lectora, la cual apenas les permite repetir literalmente algunas ideas de un texto, sin poder analizarlas. Obviamente, como el techo del profesor marca el techo del alumno, dentro de la precariedad existente, los alumnos de los profesores con más habilidades en Comunicación y Matemáticas obtuvieron mejores resultados, y lo mismo ocurrió a la inversa.

En suma, muchos profesores tienen que ser alfabetizados. Estamos hablando de un sistema educativo que no soporta más maquillajes, que hace agua por todos lados y que se consume los aumentos presupuestales solamente en sueldos docentes que no mejoran los aprendizajes.
Requerimos una revolución cuyo objetivo sea que todo alumno que asista a la escuela se alfabetice adecuadamente y reciba atención personal.
Si para ello hay que replantear la carrera magisterial, la gestión educativa, la atención a la infancia, el modelo de financiamiento escolar y el currículo, para concentrarse en habilidades básicas de lectura y aritmética, hay que hacerlo, sin concesiones a la mediocridad.