Los gobiernos que se resisten a aumentar el presupuesto de educación suelen expresar su escepticismo respecto a que con más dinero se logre más calidad. Se basan en las evidencias de que los sucesivos aumentos de sueldos docentes no guardan correlación alguna con mejores desempeños de los profesores y alumnos. Aducen que la inversión en currículos, planes, proyectos, capacitaciones, asesorías y consultorías no logran impactar en el mejor aprendizaje de los alumnos. Asignan un pequeño porcentaje a la infraestructura y mobiliario e invierten poco en materiales didácticos y libros, aduciendo nuevamente que sin docentes calificados, tampoco estos bienes e insumos producirán mejoras significativas en los desempeños escolares.

Cuando se le pide cuentas al Ministerio de Educación sobre el escaso impacto de los 9 mil millones de soles asignados a una educación que no es capaz de dar saltos en su calidad, suele culpar a las leyes -especialmente la del magisterio-, las normas, los entrampamientos burocráticos, la dependencia hacia las agendas y prioridades del MEF o de la cooperación internacional, el temor a los juicios que suceden a decisiones ministeriales drásticas, etc. Por lo tanto, debiera tener alta prioridad disolver las trampas burocráticas y legales que impiden que la asignación de más dinero al sector garantice mejorías significativas en los aprendizajes de los alumnos.

Para ello, el Ministerio de Educación y el Congreso deberían hacer urgentemente una simulación sobre el funcionamiento real del sistema educativo para identificar los nudos, trampas y corto-cicuitos administrativos, legales, sectoriales y las carencias o deficiencias en los recursos humanos que impiden alcanzar las metas, para resolverlos de inmediato. Por ejemplo preguntarse, si quisiéramos lograr que los alumnos peruanos al egresar de primaria tuvieran desempeños escolares similares a los que se obtienen en Europa o Asia ¿qué inversiones, procedimientos burocráticos, prerrogativas de decisión, desbloqueos legales, normas, articulaciones intersectoriales, recursos humanos, etc. se requieren para asegurar que todo niño nazca sano y llegue al primer grado en óptimas condiciones para sacar provecho de su escolaridad, y egrese luego del 6to grado a la par de los asiáticos u europeos?. Identificado eso, los ministerios comprometidos y el Congreso coordinadamente deberían emitir las normas que corrijan las dificultades y viabilicen que cada dólar invertido produzca un aumento en el aprendizaje de los alumnos en el tiempo previsto. Esa sería una reforma poderosa y eficaz con impacto inmediato en la calidad (continuará).