Cuando Manuel Raygada escribía «tengo el orgullo de ser peruano y soy feliz…», no imaginó que el 75% de los jóvenes peruanos querían abandonar su patria. Quizá lo que ahora necesitemos en el Perú, además de planes de gobierno, sea un sueño compartido de un Perú que nos enorgullezca, y un candidato o candidata con visión y magnetismo capaz de convocarnos para convertirlo en realidad.
El 28 de agosto de 1963, Martin Luther King Jr. dijo, durante la marcha a Washington por la Libertad: «Yo tengo un sueño… que mis cuatro pequeños hijos algún día vivirán en una nación donde no serán juzgados por el color de la piel, sino por el contenido de sus caracteres… que un día allí en Alabama los pequeños negros, niños y niñas, podrán unir las manos con pequeños blancos, niños y niñas, como hermanos y hermanas». Sin duda, un sueño compartido que marcó el rumbo para la integración racial norteamericana.
En 1897, Teodoro Herzl visualizó que 50 años más adelante, en un desierto apenas intercalado con pantanos bajo dominio turco, se levantaría un moderno estado judío sobre la milenaria Tierra de Israel. El 3/9/1897 escribió: «En Basilea he creado el Estado Judío. Si lo expresara hoy públicamente, la respuesta provocaría risas por doquier. Pero tal vez dentro de cinco años, como máximo dentro de cincuenta, todos reconocerán este hecho». Precisamente 50 años después, la ONU creó el Estado de Israel. También Konrad Adenauer soñó hace ya 50 años con la comunidad europea. Pocos años después, empezó a hacerse realidad.

La actual campaña electoral está llena de agresiones y vacía de sueños. No hay un proyecto de país, ni metas nacionales compartidas, ni un candidato que nos convoque a soñar… con tener la mejor universidad del mundo en nuestra selva, en la que se investigue la biodiversidad y desde la cual se haga turismo científico ecológico; que somos capaces de lograr «analfabetismo cero», «desnutrición infantil crónica cero» y «desatención médica infantil cero» en tan sólo cinco años; que podemos ser campeones mundiales de vóleibol; que podemos traer un millón de turistas chinos; que podemos crear en el Perú un producto líder mundial como el gigante finlandés Nokia. Todo eso es posible de realizarse. Pero nos falta un líder o lideresa soñador(a) que nos aglutine en torno a estos sueños y nos convoque para convertirlos en realidad