Imaginemos que el Estado escoge dos distritos populosos y en cada uno construye y equipa cuatro colegios para 480 alumnos c/u (16 secciones). Destina a cada uno un presupuesto mensual para 24 maestros, un director, un subdirector, un secretario, una persona de servicio, 5% de este total para gastos generales y 10% para la administración. Unos 35,000 soles mensuales o 72 soles por alumno (que es el costo mensual por alumno estatal en el Perú), a entregarse a los padres con talonarios de vales mensuales para pagar el colegio de su hijo.

El Estado contrataría un concesionario por colegio (por licitación) para que lo administre y tenga la contabilidad auditada. Este concesionario contrataría al director y todo el personal requerido para su operación bajo el régimen de la actividad laboral privada. Sus ingresos procederían de los vales de 72 soles que pagarían los padres. A la par, el Estado establecería convenios con cuatro colegios privados de la zona debidamente acreditados que quisieran captar alumnos a razón de 72 soles mensuales.

El Estado contrataría por licitación a una universidad para monitorear esta experiencia por tres años, publicando semestralmente sus hallazgos, incluyendo los resultados de las pruebas anuales de rendimiento en lenguaje y matemáticas, que serían idénticas para estos ocho colegios y otros cuatro colegios estatales similares que no entrarían en la experimentación pero que servirían como grupo de control. A principio del primer año, los cuatro colegios nuevos empezarían con 480 alumnos cada uno. Sin embargo, desde el final del primer año, los padres tendrían el derecho de cambiar a sus hijos de colegio. Al final de cada uno de los tres años se haría un ranking de los 12 colegios en función de diversos indicadores, que deberían incluir el rendimiento de los alumnos en las pruebas comunes.

La evidencia internacional nos enseña que probablemente la gestión privada de los recursos públicos y la competencia den lugar a que los colegios experimentales gratuitos logren un mejor desempeño que los estatales tradicionales y por tanto sean más demandados por las familias. Analizadas y documentadas las conclusiones, el modelo podría repetirse en otras poblaciones que lo deseen, con lo que empezaríamos a acumular en el Perú nuevas experiencias en gestión educativa. Así, a igualdad de gasto estatal por alumno, los padres elegirían la forma de gestión y los alumnos aprenderían más manteniendo la educación gratuita