El Ministerio de Educación reiteró que solo se dará capacitación a los más de doscientos mil maestros que fueron evaluados y que las entidades encargadas de dar ese servicio serán las universidades. El Ministro José Antonio Chang dijo que la nueva capacitación se dará en dos fases. La primera tendrá un promedio de clases de 220 horas los sábados y domingos. En la segunda etapa habrá horarios intensivos de lunes a viernes y se desarrollará durante las vacaciones de medio año. Cuenta con cien millones de soles. Ambas son propuestas discutibles. Veamos Durante el contrapunto político entre el Ministerio de Educación y el Sutep en torno a la exigencia de que los profesores acudan a la evaluación convocada por el Ministerio de Educación, muchos apoyamos abiertamente la postura ministerial adhiriendo al respeto a un elemental principio de autoridad que corresponde atender a todos los peruanos ante la autoridad que tiene la responsabilidad de liderar y formular la agenda de gobierno para el sector educación. Eso no contradecía nuestras objeciones previamente expresadas respecto a la génesis de esta evaluación y su diseño. En la misma línea, quisiera sostener que es un error considerar a la capacitación como un premio para quienes asistieron a la evaluación. Supongamos que esta nueva capacitación servirá para algo. Es una suposición a verificarse, a la luz de las declaraciones del propio ministro Chang aludiendo a que las capacitaciones de los 12 años anteriores resultaron en un improductivo derroche de 230 millones de dólares. Corresponde seguidamente esclarecer desde el punto de vista político y pedagógico si las capacitaciones deben ser consideradas un premio a la buena conducta de los profesores que asistieron a la evaluación censal, o si más bien debiera ser entendida como una estrategia que el estado pone al servicio de los profesores para lograr un mejor aprendizaje por parte de los alumnos. El Ministro José Antonio Chang consideró que sería una total falta de respeto a los docentes, que valientemente acudieron a dar la prueba de evaluación, si su portafolio atendiera el pedido del gremio magisterial para que todos los profesores del país sean considerados en el programa de capacitación. Dijo que “los maestros que asistieron al proceso de evaluación, venciendo todas las amenazas y oposición de una dirigencia intolerante, merecen más que una consideración, nuestro mayor respeto”. Si el ministerio insiste en la postura de considerarla un premio, podría ocurrir que los alumnos a cargo de los profesores inasistentes a la evaluación queden doblemente castigados. Por un lado, porque la inasistencia podría reflejar que los profesores que no asistieron por rebeldía al ministerio (o por enfermedad, viaje o por vivir en localidades tan apartadas que les resultó imposible asistir, entre otras razones valederas), podrían incluir una importante cantidad de profesores mal preparados cuya situación real desconocemos porque no fueron evaluados. Segundo, porque se privará a los alumnos de estos profesores de la posibilidad de estar en manos de docentes mejor capacitados para enseñarles. No parece tener mucho sentido esta estrategia de castigar a los alumnos porque los profesores se portaron mal, renunciando el ministerio a ofrecerles profesores mejor capacitados. El ministerio podría buscar otras estrategias para hacerles notar su falta a los profesores que no quisieron cumplir con lo dispuesto por la autoridad, que no implique afectar aún más a los alumnos. Sugiero que se capacite a todos los profesores a través de sistemas audaces e innovadores de capacitación, limitando la extensión de las áreas a capacitar solamente a lenguaje y aritmética básica, que son las áreas sobre las cuales se ha recogido información en la reciente evaluación censal. Así mismo, que los premios a los de mejor desempeño o el castigo a los disidentes no comprometan la obligación de todos los profesores de capacitarse permanentemente. La semana pasada sugerí que el ministerio podría mantener su promesa de favorecer a los profesores que se ciñeron al mandato ministerial de la evaluación censal frente a los rebeldes permitiendo que entre los primeros se haga una selección adicional de los más destacados, para capacitarlos intensivamente y con ellos crear una vanguardia de unos 1,000 docentes altamente calificados. Ellos luego visitarían todos los colegios para proporcionar a sus equipos docentes una capacitación “in situ”, básicamente en la enseñanza de lenguaje y aritmética, a partir de las dificultades evidenciadas en los resultados de los alumnos y profesores de cada colegio en las pruebas nacionales recientemente tomadas. Esto sí influiría directamente en el equipo docente y en su manejo de los problemas específicos que afectan a su colegio, por lo que es más probable que deje una huella favorable en el desempeño de los alumnos que estén a cargo de estos profesores.