Las universidades peruanas han desarrollado en la última década un culto por evaluar las habilidades verbales, lógico matemáticas y numéricas como predictores del buen desempeño futuro de los alumnos en las universidades, modelando con ello los currículos escolares y exámenes de ingreso universitarios. Esto es resultado de la influencia que han ejercido en nuestra educación las pruebas de aptitud norteamericanas SAT que se usan como instrumento de evaluación de ingreso a la educación superior norteamericana. Ello ha sustituido la exigencia existente previamente de aprobar los exámenes de conocimientos escolares básicos.

Todo esto ha sido confrontado por Charles Murray, autor del controversial libro «The Bell Curve» (1994) quien sugiere reemplazar los SAT de habilidades matemáticas, verbales y de redacción (desde el 2005) por las pruebas de conocimientos denominadas “achievement tests” (por ejemplo en química, biología, física o historia), aduciendo que una prueba de conocimiento predice igual o mejor el éxito académico que una prueba de aptitud. En un artículo aparecido en “The American Magazine” (“Abolish the SAT” julio-agosto 2007) y una entrevista al New York Times del 19 de septiembre 2007 (“Debate on Ending SAT Gains Ground”) fundamenta sus argumentos. Se remitió al estudio hecho en el año 2001 por Saul Geiser y Roger Stydley con 77,8993 estudiantes que postularon a la Universidad de California entre 1996 y 1999.

Ellos encontraron que la combinación de notas de secundaria y pruebas estandarizadas de conocimientos en los cursos escolares predicen el éxito universitario tan bien como el SAT. Revisando datos similares para la Universidad de Harvard, encontró como mejores predictores del éxito universitario en primer lugar las pruebas de conocimientos, luego las notas escolares y finalmente los puntajes en las pruebas de aptitud SAT. Nada se perdería entonces al eliminar las pruebas SAT por ser redundantes ante la existencia de pruebas de conocimientos.

Teóricamente el SAT y las pruebas de conocimientos miden cosas diferentes. El SAT mide el razonamiento verbal, comprensión lectora y habilidades de redacción mientras que las pruebas de conocimientos miden logros de aprendizaje en áreas específicas. Pero en la práctica, los puntajes del SAT y los achievement tests están tan altamente correlacionados que el SAT por sí solo aporta muy poca información. Usando datos del año 2002 del College Board (que diseña y aplica los SAT) para los alumnos de California, encontró por ejemplo que la correlación entre el SAT verbal y la prueba de conocimientos de Literatura era 0.83 (1.00 sería una correlación perfecta) y entre el SAT de Matemáticas y la prueba de conocimientos en Matemáticas fue 0.86. Curiosamente, para los alumnos del quintil inferior de rendimiento los achievement tests dieron resultados significativamente mejores en la predicción del éxito que los SAT. Además, controlando la variable ingreso familiar y educación, se mantenía la ventaja de los achievement tests frente a los SAT.

Si es así ¿porqué deshacerse del SAT y optar por las pruebas de conocimientos si casi dan los mismos puntajes? Murray sostiene que habría ganancias. Entre los años 1907 y 2007 la correlación entre habilidad intelectual y estatus socioeconómico ha crecido dramáticamente al punto que la elite socioeconómica e intelectual se han fusionado en una sola. Los postulantes que obtienen los puntajes más altos del SAT proceden de familias con ventajas socioeconómicas, lo que produce en ellos una sensación de suficiencia. No se podrá evitar que los postulantes de ese nivel socioeconómico tengan ventajas, pero lo que sí se puede hacer es asegurarse que los alumnos muy hábiles que proceden de familias y colegios con antecedentes socioeconómicos bajos puedan acceder a los mejores puntajes.

Ocurre que para rendir las pruebas SAT, quien viene de una familia rica puede contratar un entrenamiento para mejorar en pocos meses los puntajes en el SAT y además puede comprar un certificado médico que acredite una disabilidad que le da derecho a tener un tiempo adicional para terminar la prueba. En cambio las pruebas de conocimientos demandan una formación escolar acumulativa centrada en los logros escolares. En esta modalidad, los alumnos esforzados que proceden de segmentos socioeconómicos y colegios más bajos mejoran sus posibilidades de sacar mejores puntajes. Junto con ello, se desarma toda la industria de entrenamientos para el SAT existentes hoy en día que se preocupa de enseñar trucos y estrategias para responder a los exámenes, incluyendo fórmulas para adivinar respuestas, más que dar una educación suplementaria.

Si bien seguiría habiendo un entrenamiento para rendir pruebas, hacerlo para las de conocimientos al menos obligará a los estudiantes a concentrarse en aprender los contenidos más que las estrategias para rendir exámenes, con lo que se pondrá un mayor foco de atención sobre la calidad del currículo escolar con la consecuente presión pública para mejorarlo.

Artículo afin:

El gigante chino de la educación New Oriental Education & Technology Group Inc anticipa a los alumnos las preguntas que vendrán en el SAT o TOEFL para que saquen mejores puntajes. (¿Toda vía hay quienes piensan que los exámenes internacionales que se rinden periódicamente no pueden ser entrenables/engañables y con ello darle ventajas a unos contra otros -frente a los que sostienen que hacen mediciones imparciales en condiciones equitativas-?)

Desde el otro extremo de las visiones pedagógicas: «Muchas de las nuevas teorías pedagógicas tienen efecto placebo; son pura homeopatía pedagógica». El profesor y autor de «La sociedad gaseosa» advierte que vivimos en una sociedad donde triunfa lo efímero