El conocido experto en economía de la conducta Dar Ariely (Duke) hizo un experimento con dos estudiantes. Mandaron a sus compañeros de clase un email de un estudiante ficticio que incluía un link a una página web que contendría las respuestas del examen final del año anterior, lo que les daría una ventaja para el examen final de este año. A la mitad de los alumnos les agregaron en el email el mensaje “No sé si esto es o no es copiar, pero adjunto una sección del código de honor de la universidad que puede ser pertinente: Obtener documentos que proporcionan una ventaja injusta a un estudiante no está permitido”.
El link, no contenía las respuestas, pero permitía rastrear quién se había conectado. 69% de los receptores sin el recordatorio del código de honor accedieron a la página web, y 41% de los que sí recibieron el recordatorio accedió a la página web. Es decir, se redujo en 1/3 la cantidad de trasgresores pero seguían siendo 2/3 los que pese a la advertencia estaban dispuestos a trasgredir. En suma, no estaban copiando pero evidentemente sí se dejaban vencer por la tentación.
El día siguiente al examen mediante encuesta anónima pidió a los estudiantes que digan si ellos copiaban y si sospechaban que sus compañeros lo hacían. Pocos admitieron que copiaban, pero sospechaban que entre 30 y 45% de sus compañeros sí copiaban.
Dan Ariely demuestra cómo es que recordar en momentos cruciales los códigos de conducta ética firmados por los estudiantes puede ayudarle a un tercio de ellos a vencer la tentación de trasgredir. Sin embargo, siguen siendo dos tercios de los estudiantes los que están dispuestos a sacar provecho de una ventaja ilegal. Eso implica que en ambientes en los que la censura a la deshonestidad no está bien desarrollada e instalada, esos códigos éticos tienen limitado impacto. Aún si son solo unos pocos los estudiantes que a final de cuentas copian o engañan en los exámenes, la percepción de que muchos lo hacen se convierte en una norma socialmente muy dañina. (Duke’s Cheating Problem; Bloomberg BusinessWeek August 12, 2011)
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Los exámenes, un elemento más de la evaluación o algo que debe desaparecer. La última ha sido María Acaso. Su “Los exámenes no sirven para nada” de hace unas semanas había nacido para ser titular. Reabría así un debate viejo pero no resuelto.

La carta que un director de colegio ha enviado a los padres de cara a los exámenes “Los exámenes de su hijo van a comenzar pronto. Sé que todos ustedes están muy ansiosos por ver lo bien que lo va a hacer su hijo, pero…”, comienza el texto. “Por favor, recuerden que entre los estudiantes que harán los exámenes esta semana habrá un artista al que no se le darán bien las matemáticas, un emprendedor al que no le gustará la historia o la literatura, un músico que no esté interesado en química, o un atleta para el que su condición física es más importante que la propia física. Si su hijo obtiene las mejores notas, ¡enhorabuena! Pero si no lo consigue, por favor no le despoje de su dignidad ni de su confianza en sí mismo», prosigue. «Dígale que está bien, ¡que es solo un examen! Ellos vinieron a este mundo para hacer cosas mucho más importantes en esta vida. Dígale que la nota no importa, que le quiere y que no le juzgará. Hágalo, y cuando lo haga observe cómo su hijo conquista el mundo. Un examen, por muy mal que salga, no le arrebatará sus sueños y su talento. Y, por favor, no crea que los médicos y los ingenieros son las únicas personas felices en este mundo”. https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2017-11-23/carta-director-colegio-padres-examenes-educacion_1481998/

«Un alumno que copia es un corrupto» Miguel Ángel Escotet,director de RSC de Abanca y exdecano de la Universidad de Texas alerta de una cultura del engaño. (LT: Deja que pensar la asimetría de esa generalización y si poner el foco crítico solamente en el que copia y sancionarlo resuelve los problemas de la copia. En TED sostuve que «si no quieres que el alumno se copie, no le hagas preguntas que se puedan responder copiando; tiene cerebro para pensar». No para justificar la copia, sino intentar ver la clase como un ecosistema que vincula a profesores, alumnos, temas, metodologías, evaluaciones, sinergias, interacciones, etc. que deben verse como conjunto para resolver los problemas que los aquejan. Por ejemplo, si un niño tiene miedo que le van a dar una paliza si sale desaprobado y decide copiar ¿es solo su culpa esa copia “en defensa propia”, al optar por el mal menor? O por otro lado, un profesor amenazante, distante, que no prepara sus clases y pruebas a conciencia, (las copia del texto del curso) no se esfuerza por que los alumnos entiendan, piensen y no necesiten copiar para exponer sus argumentos ¿es parte del problema?. La copia es un asunto que merece estudiarse mejor y contextualizarse si es que quiere erradicarse, y no limitarse a castigar a quien se copia. Habría mucho menos copia si se hicieran clases más interesantes, activantes del pensamiento, capaces de generar condiciones para que el pensamiento original de los alumnos sea valorado. También copiarían menos si existiera un sistema de consultas que acompañe mejor al alumno que tiene dificultades para entender mejor aquello que se le exige aprender).