De no ser por los aniquilamientos, exilios y demás violaciones de derechos humanos y por sus depósitos bancarios ilícitos, muchos chilenos recordarían positivamente al Gral. Augusto Pinochet, a pesar del golpe militar, por el progreso social y económico que dejó instalado en Chile y que han heredado sus continuadores en democracia.
Hoy, sólo unos cuantos allegados y beneficiarios lo aplauden.
De no ser por el holocausto de seis millones de judíos, el asesinato de miles de gitanos, homosexuales, comunistas y civiles diversos, violando todos los derechos humanos y democráticos imaginables, Adolfo Hitler sería recordado como uno de los grandes gobernantes de Alemania. Sacó al país de una gran recesión, puso en jaque a Rusia, Francia e Inglaterra, conquistó Europa, y sólo fue derrotado después del ingreso de EEUU a la guerra. Hoy, sólo los neonazis lo elogian.
De no ser por el cierre del Congreso, las manipulaciones re-reeleccionistas, las violaciones de los derechos humanos y la corrupción, es decir, las dimensiones éticas de un gobierno en democracia, el régimen de Alberto Fujimori-Vladimiro Montesinos sería recordado como exitoso, porque frenó el terrorismo, firmó la paz con Ecuador, desarrolló programas sociales efectivos y puso sólidas bases macroeconómicas.
Sin embargo, a diferencia de Chile y Alemania, que aprendieron de su historia lo que se pierde cuando el pueblo renuncia a su libertad, se fanatiza y endiosa a un líder destruyendo las reglas e instituciones de la democracia, en el Perú aún no hay una censura universal a Fujimori. Esto debido a que los gobiernos previos y el actual no han sabido prestigiar la decencia y la limpieza ética en la política, y además han dejado expuestos a los electores el uso propagandístico de las obras públicas y sociales. Así, en ausencia de las dimensiones ética y democrática en la política, desaparecen los reparos a Fujimori, ya que el APRA, UN, AP, Humala u otros puedan aliarse con él. Bajo esas reglas de juego, Fujimori puede exhibir suficientes logros y evocar recuerdos favorables como para obtener buenos resultados en la contienda electoral.
Para derrotar a Fujimori tiene que ganar la decencia política y la limpieza ética. Si nuestras autoridades, funcionarios y otros candidatos no son capaces de representar esos valores, los resultados electorales del 2006 podrían mostrar una victoriosa alianza entre Sí Cumple y algunos otros grupos con los que sumen 61 congresistas pro amnistía presidencial.