La reducción del número de alumnos por clase es onerosa pero ¿se justifica por los resultados? Una respuesta la encontramos en el estudio titulado “La importancia del número de alumnos” de Ehrenberg, Brewer, Gamoran, Willms publicado en “Investigación y Ciencia”, enero 2002, que es la versión castellana del artículo “Does Class Size Matter?” del Scientific American de Noviembre del 2001
Allí sostiene que de todas las ideas para mejorar la educación, pocas son tan sencillas o atractivas como la reducción del número de alumnos por docente. Produce aulas menos ruidosas, con menos comportamientos perturbadores, más fácil para personalizar la atención y suscitar debates, asignar tareas escritas y corregirlas, mejorar los hábitos de estudio, elevar la autoestima de los alumnos y posiblemente otros rasgos cognitivos beneficiosos.
Su inconveniente es obvio. Es una solución costosa. Exige más docentes, aulas y equipamiento. Además, los docentes deben adaptar sus métodos para aprovechar dicha reducción.
En EE.UU. el Proyecto STAR (Tennessee) y SAGE (Wisconsin) mostraron resultados favorables a esta reducción. El Proyecto Star (student- teacher achievement ratio) tuvo patrocinio estatal, a un costo de 12 millones de dólares y le hizo un seguimiento por 4 años a 12,000 alumnos (1985-1989). Los niños que llegaban a pre escolar (5 años) eran asignados aleatoriamente a uno de tres tipos de grupos: un grupo pequeño de 13 a 17 alumnos, un grupo normal de 22 a 26 alumnos, o un grupo normal que contaba además de un docente con un auxiliar en el aula. Los niños permanecieron en cada categoría hasta el final de 3er grado (9-10 años) tras lo cual ingresaron a una clase normal en 4to grado. Los investigadores encontraron que en aulas pequeñas mejoraba significativamente el rendimiento de los alumnos (0.2 de la desviación estándar), avance que se podía apreciar desde 1er grado; además, las ganancias eran mayores en alumnos procedentes de minorías.
Por su parte el estudio SAGE realizado por el estado de Wisconsin abarcó 5 años entre 1996 y 2001. Fue un estudio de pequeña escala; solo se redujo el número de alumnos por aula en 14 escuelas donde al menos 30% de los niños estaban debajo del nivel de pobreza. Entre pre escolar y 3er grado el número medio de alumnos lo redujeron de 22.42 a 13.47 por aula. Este proyecto piloto abarcó a 64,000 alumnos a un costo de 103 millones de dólares y mostró que se lograba una ventaja significativa en el rendimiento (0.2 de la desviación estándar), con ganancias mayores en alumnos procedentes de minorías, exactamente igual que el Proyecto STAR.
(Los críticos de STAR dicen que si bien los alumnos pueden obtener beneficios iniciales, los datos de STAR no sirven para demostrar que las ganancias persisten a lo largo de los años, porque es difícil aislar los factores que permiten el mejor rendimiento una vez que ingresan al 4to grado).
Inspirados por los logros de STAR y SAGE, el estado de California decidió encarar un programa masivo de reducción de alumnos por aula desde inicial hasta 3er grado, iniciado en 1996 hasta el presente, con 1´800,000 alumnos, a una inversión de 500 millones de dólares para reducir las aulas de 33 a un máximo de 20 alumnos por aula, tanto en distritos pobres como en acomodados, pese a la aguda escasez de docentes calificados, que es más notoria aún en las zonas de ingresos más bajos.
Gran fracaso. En California el resultado ha sido insignificante. Apenas una mejora de 00.5 a 0.10 de la desviación estándar, sin ganancias mayores en las minorías. Esta metodología, políticamente atractiva pero pésimamente implementada, lo único que hizo fue exacerbar las disparidades entre las escuelas públicas ricas y pobres. La reforma se hizo sin tomar las previsiones respecto a contar con los maestros adecuados suficientes. Lo que ocurrió fue que los distritos con mayores recursos, que ofrecían mejores salarios, captaron a los docentes mejor acreditados, buen número de los cuales vinieron de los distritos pobres que ya estaban padeciendo de dificultades para reclutar y conservar buenos maestros. Estos distritos mayoritariamente pobres, acabaron teniendo que arreglárselas con personal poco experimentado y sin título.
La experiencia de California ha hecho ver que la estrategia aplicada con escasa reflexión previa y dudosa inteligencia puede consumir miles de millones de dólares pero producir beneficios minúsculos e incluso pérdidas. Además, resultó evidente que esta estrategia de reducción de alumnos solamente funciona bien en la medida que se cuente con docentes capaces de sacar provecho de la ventaja de la reducción.
Una vez más, el docente es el factor crítico para cualquier mejora educativa.