En la campaña electoral norteamericana de fines del 2000 los planteamientos de los candidatos George Bush y Al Gore sintetizaron los saberes vigentes en la comunidad académica de EE.UU. respecto a la temática educativa, que está convencida que la educación es la mejor política de lucha contra la pobreza y la mejor estrategia contra la discriminación. En este tema ambos candidatos colocaron un marcado acento en el tema docente, sobre el cual hicieron diversas propuestas.
Bush propuso la iniciativa “maestros fuertes, escuelas fuertes” consistente en crear un fondo de 2.9 billones de dólares para enrolar, entrenar, apoyar y universalizar la certificación de los profesores titulados de EE.UU., de modo que acreditasen haberse actualizado para los requerimientos educativos actuales. Junto con ello los estados deberían establecer un sistema de evaluación y rendición de cuentas por parte de los profesores para compensarlos con sueldos diferenciados, que tomasen en cuenta los logros en el rendimiento de sus alumnos así como la evaluación de los conocimientos de los profesores en sus áreas de especialidad.
Para enrolar más profesores ofreció elevar el subsidio para quienes eligiesen estudiar para ser docentes que se pagaría en la forma del perdón de sus créditos educativos, los cuales serían elevados de 5,000 a 17,500 dólares. Con ello esperaba animar a quienes tuvieran maestrías en Matemáticas y Ciencias para que se dedicasen a la docencia que en estas áreas tiene escasez de profesores.
Para evitar el agotamiento de los profesores se emitiría el acta de “tolerancia cero” que permitiría a los profesores expulsar de clases a los alumnos violentos y permanentes indisciplinados, junto con normas legales que protegieran a los profesores de las acciones legales en su contra por parte de quienes fueran sancionados por indisciplina.
Por su parte Al Gore sostuvo la conveniencia de darle a los profesores un trato más profesional, tanto en lo que respecta a la compensación económica por su trabajo como a la exigencia de rendir cuentas por sus logros. Para ello se establecería un escalafón en el cual la remuneración de los profesores dependería de los altos estándares que alcanzaran sus alumnos. Los profesores deberían quedar certificados para el año 2004 de modo que los estados pudieran estar aptos para recibir dineros federales. Los profesores tendrían que aprobar las pruebas de conocimientos en las materias que enseñaran y las pruebas de capacidad de enseñanza. Si los profesores no mostrasen mejoras, serían despedidos. Al interior de los colegios los profesores deberían evidenciar altos estándares para lograr su estabilidad y ser promovidos en base a su experiencia y desempeño. En los distritos en los cuales se adoptasen planes para elevar el estándar de los profesores se aumentaría el sueldo de los profesores en 5,000 dólares anuales y a los profesores-tutores (que harían de guías para los aprendices) subiría en 10,000 dólares anuales.

PERU

En el Perú aún estamos en la edad de piedra respecto al diseño del escalafón y las exigencias para la certificación docente. Aún prevalecen las políticas salariales que consideran que las únicas diferencias entre profesores deben estar dadas por su título y antigüedad, sin ninguna consideración a sus méritos y a los logros de los alumnos. Es más, las plazas docentes ya están ocupadas para los próximos diez años y tenemos recursos docentes disponibles para los próximos 30 años. Según cifras de Hugo Díaz y Jaime Saavedra, (documento 32 de Grade, año 2000) actualmente además de las 38 facultades de educación hay otros 325 institutos pedagógicos los cuales, salvo contadas excepciones, son de bajísima calidad y producen egresados de muy bajo nivel. Cuentan con 173,000 estudiantes que al egresar buscarán el escaso trabajo compitiendo con los 80,000 profesores ya titulados que están desempleados en el mercado ocupacional que en el mejor de los casos no captará más de 40,000 docentes en los próximos diez años. (cifras de Sigfredo Chiroque del IPP: “1995-2010 Crecimiento cuantitativo de maestros y alumnos”). ¿Tiene sentido seguir formando tantos jóvenes que se graduarán con una formación precaria y entrarán a buscar empleo en una profesión ultrasaturada?
El Perú requiere urgentemente una reformulación de la formación y carrera docente, de modo que aseguremos que los alumnos peruanos estén en manos de los profesionales más calificados como para garantizar su adecuada formación. De otra manera, los estudiantes peruanos jamás serán competitivos con respecto a los egresados de los sistemas educativos de los países líderes del mundo. Para lograrlos e requiere que los gobernantes tengan el coraje de hacer planteamientos radicalmente nuevos para dar un salto en la calidad docente. ¿Estamos listos para eso?