Del tratamiento dado al TLC con EE.UU. en agricultura y propiedad intelectual aprendemos que la desinformación y la falta de acuerdos oportunos con los posibles afectados crean un clima anti-TLC que podría evitarse. Al parecer, en cuanto al posible impacto del TLC en la educación hay similares vacíos de información que deberían atenderse. Como el tema aún no se ha tratado en el Perú vale la pena tomar nota de lo que preocupa a los colombianos.

Primero, el cambio del marco legal que deja de asumir a la educación como una función pública y del estado –sin fines de lucro-, para asumir a la educación como una mercancía transable en un mercado en el que las inversiones privadas transnacionales –con fines de lucro- reciben todas las facilidades. Si bien en el Perú la legislación permite el lucro en la educación, eso no ocurre en Colombia que le hará frente a este cambio. De prevalecer la posición de EE.UU. de dejar sin restricciones el comercio de servicios para la educación, ellos temen que la gran oferta educativa norteamericana prestigiada avasalle su mercado educativo interno. Esto favorecería las alternativas de elección por parte de los estudiantes, pero podría sacar del mercado a las universidades e institutos privados que no tengan altos estándares académicos. Los colombianos por ahora no quieren ceder en esto.

Otra preocupación que tienen es que si bien el TLC contempla los servicios presenciales transfronterizos, no establece acuerdos respecto a las visas norteamericanas para los estudiantes, lo que podría resultar en una asimetría en contra de los estudiantes colombianos. También les preocupa que las universidades e institutos norteamericanos instalados en su país tengan currículos diseñados en función de los intereses norteamericanos, eliminando los aspectos propios del proyecto de desarrollo nacional, la cultura y la identidad nacional colombiana. No faltan quienes piensan que podrían estar frente a una “maquilización” de la educación. Es decir, que los norteamericanos instalen sus institutos y universidades en su país, formen los recursos humanos de acuerdo a sus necesidades a un bajo costo relativo, y luego se lleven a los más aptos. Finalmente, también hay una preocupación respecto a la exigencia del uso de software de marcas patentadas en lugar del software libre.

Sería bueno que los negociadores peruanos den información certera sobre el tema, de modo que nadie se sienta sorprendido ni engañado con lo que se acuerde.