¿Qué tienen en común Singapur, Finlandia, Irlanda, Israel, Dinamarca, Noruega, India, China, Corea del Sur? Son fábricas de talentos. Producen miles de investigaciones al año que dan lugar a innovaciones, patentes e invenciones disruptivas que establecen nuevos estándares para el uso de bienes y servicios que se negocian internacionalmente.

 

¿Qué más tiene en común esos países? Una excelente educación escolar a la que le dedica 6% del PBI, lo que permite pagarle 4,000 dólares mensuales a los profesores, todos postgraduados. Otro 3% del PBI se invierte en investigación, ciencia y tecnología. También tienen en común una fuerte exportación de bienes y servicios con alto valor agregado que permite tener un PBI per cápita de unos 45,000 dólares al año entre los europeos, y unos 25,000 dólares entre los asiáticos. Junto con ello, tienen una política agresiva de formar una masa crítica de talentos en ciencias e ingeniería en las mejores universidades del mundo, que se suman a los que se forman localmente en institutos tecnológicos y universidades de primera clase a nivel mundial.

 

¿En qué nos diferenciamos los peruanos? Invertimos apenas 3% del PBI en educación y 0.1% del PBI en investigación, ciencia y tecnología. Nuestro PBI per cápita bordea los 4,000 dólares anuales que se sostiene en un 75% en exportaciones de materias primas sin mayor valor agregado por lo que nuestro PBI es pequeño lo mismo que la recaudación fiscal, por lo que no se puede pagar mejores sueldos a policías, soldados, médicos, enfermeras, empleados públicos y maestros que apenas ganan 350 dólares mensuales. Ninguna universidad tiene talla mundial. En suma, un abordaje que nos condena al subdesarrollo, pobreza masiva, inequidad, frustración, desesperanza y enorme vulnerabilidad a las explosiones sociales.

 

¿Qué hacer? Apostar por constituir una masa crítica de talentos capaces de producir innovación, romper las taras culturales y burocráticas que impiden el progreso, ser agresivos para empujar proyectos innovadores que sean la locomotora del desarrollo científico y tecnológico del Perú.

 

Para ello se requiere convocar a los pesos pesados del talento innovador peruano, donde quiera que se encuentren. Así como en su momento EE.UU. le dio a Wernher von Braun la jefatura del proyecto Apolo, Singapur encargó a Lee Kuan Yew las estrategias de innovación y Dubai lo hizo con el Sheik Mohammed bin Rashid Al Maktoum. Es gente que según describe John Kao en su libro Innovation Nation, tiene habilidades especiales. Son personas que combinan flexibilidad personal, imaginación, una poderosa inteligencia emocional para observar, evaluar y administrar emociones propias y de los otros en la búsqueda de crear algo nuevo y valioso. Saben cuándo mantener el orden y cuándo permitir el desorden que da lugar a los intentos constructivos. Saben cuándo descansar y cuando trabajar horas adicionales, cómo formular y comunicar relatos inspiradores para el trabajo del equipo, cómo diseñar las condiciones para mantener el flujo de nuevas ideas y proteger lo nuevo y no probado de las tendencias que demandan desempeños exitosos de corto plazo y encajar con las métricas tradicionales de los negocios. Finalmente, tienen la habilidad para atravesar la maraña de procedimientos e impedimentos burocráticos, intereses creados y la larga legión de pesimistas y negadores.

 

Una moderna alianza del gobierno peruano con los empresarios debiera darle prioridad a ubicarlos, convocarlos y empoderarlos para encargarles proyectos de gran envergadura. Los resultados los veríamos muy pronto.