Muchas veces me he preguntado qué me gustaría que los nietos sepan de lo que sus abuelos les podemos comunicar, considerando que, después de los primeros años de apoyo a sus padres, no todos estaremos cerca o tendremos un lenguaje común. Hablarles de nuestro amor a algunos les puede sonar cursi, por ser un concepto que suelen vincularlo más al mundo del romance que del apego a los seres queridos.

Me gustaría que sepan que la vida es como un gran río. Nosotros, los abuelos, somos como ese río caudaloso que ha recorrido un largo camino, lleno de experiencias, saberes y perspectivas. Nuestros nietos son como afluentes jóvenes y enérgicos, recién comenzando su propio camino, llenos de aventuras por delante. No esperamos que se unan de inmediato a nuestro curso, ni que necesariamente sigan nuestro cauce, sino que encuentren su propia dirección, sumando sus experiencias a las aguas de la vida. Si en algo podemos apoyar, allí estamos.

Me gustaría que sepan que la familia es ese hilo que les dará el sentido de pertenencia y refugio sin importar las circunstancias, y será una inacabable fuente de amor y apoyo incondicional a lo largo de sus vidas. A su lado estarán los amigos de la juventud, los compañeros de sus primeros tramos del río, que serán ese rincón del alma en el que podrán mirarse en cualquier momento de sus vidas sin máscaras ni maquillajes, conversando como en el día anterior, aunque éste haya sido hace algunas décadas.

Me gustaría que sepan que no pretendemos darles consejos; tan solo animarlos a mantener la curiosidad por las cosas interesantes de su tiempo, verificar la validez de lo que sus contemporáneos les recomiendan y tener propósitos claros en rumbo a su destino deseado.

Sé que hablarles del amor como fuerza impulsora resulta evidente para algunos, pero a otros les puede sonar desatinado, especialmente cuando sus esfuerzos están concentrados en avanzar por la ruta académica o profesional y hacer fortuna. Sin embargo, aunque no les resulte tangible, me gustaría que sepan que ese sentimiento de ser amado y ser capaz de amar es el combustible que necesitan para creer en sí mismos, ascender por cada tramo de sus propios ríos y dedicar un tiempo al bien común, ya que el premio a sus buenas acciones es esa porción de amor que se genera en uno por la bendición de poder hacerlas.

Sé que hay abuelos desilusionados de su familia que pueden sentirse un poco ajenos a lo que he escrito. En lo personal, mi esposa y yo nos sentimos afortunados con nuestros nietos como fuente constante de alegría, afecto y orgullo, así como lo sienten muchos de nuestros amigos cercanos. Pero al igual que todos los que somos abuelos, incluyendo a los más escépticos, no podemos saber cuánto tiempo estaremos allí para verlos avanzar por la vida y para que puedan venir a nosotros cuando lo sientan importante. Lo que sí es válido para todos es que saber cómo vemos los abuelos sus vidas, puede servirles de legado e inspiración.

Deseo para todos los que somos abuelos, que la vida nos regale el amor de los nietos y nietas.

León Trahtemberg

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