“Nuestros gobernantes deben reconocer el estado de emergencia en que se encuentra la educación y tomarla en serio”, advierte el experto en temas educativos y portador de las palmas magisteriales en el grado de Amauta, León Trahtemberg.
También explica por qué los colegios públicos están rezagados respecto a los particulares y cuestiona el proyecto de ley que permite que los alumnos impagos en sus pensiones puedan acudir a clases y rendir exámenes sin mayor problema.

¿Por qué tanta diferencia entre colegios públicos y privados?

Conceptualmente hablando, porque hay situaciones concretas diversas. Creo que hay cuatro áreas principales de diferenciación. Una, la gestión eficiente. La educación privada tiene mucho más reflejos para resolver problemas, proponer iniciativas y hacer innovaciones, porque depende sólo de sí misma. En cambio, la educación pública depende de una engorrosa y asfixiante burocracia y reglamentaciones.
Dos, la coherencia y estabilidad. En la educación privada los propietarios eligen a sus profesores según una axiología y proyecto pedagógico, se quedan con los que rinden y retiran a quienes no encajan. Hay estabilidad del proyecto educativo y de la dirección hacia la cual se orienta. En la educación pública, la elección externa de directores y profesores, su alta rotación, y la imposibilidad del colegio de escoger a los que encajan con su proyecto educativo, la convierte en una institución con severas limitaciones estructurales.
Tres, la flexibilidad económica. Que los colegios privados manejan su propio presupuesto les da una enorme flexibilidad económica que es impensable en la educación pública.
Cuatro, el peso de la opinión de los padres. Que los padres paguen (no importa cuánto) los convierte en “clientes” con derecho a exigir calidad y obliga a los colegios a rendir cuentas, escuchar y reaccionar ante las quejas, y de ese modo cuidar a sus usuarios, cosa que no existe en la educación pública que es mucho más impersonal y rígida en lo económico.

¿Cuál es el rol de los padres en la formación de sus hijos?

El padre y la madre de familia son por ley natural y por la Constitución los primeros educadores de sus hijos, y los responsables por su crianza. Deben acompañarlos a lo largo de su desarrollo y una etapa esencial está en la vida escolar. Por eso, los padres deben tener “voz y voto” en las decisiones escolares que afectan a sus hijos. Es decir, tener una participación activa en la marcha institucional, y eso incluye la evaluación del director y los profesores.
Jamás permitiría que uno de mis hijos esté en manos de un profesor que lo maltrate. ¿Por qué no se le da ese derecho a todos los padres de familia de la escuela pública? A los padres les dicen “Paguen su cuota de Apafa y déjennos en paz” y limítense a venir a las (tediosas) asambleas. Por eso no me sorprende la apatía de muchos padres de no querer meterse en las Apafas o ir a las asambleas. La legislación debe mejorar.

¿Cómo elevar el nivel educativo de nuestros escolares?

Esa es una pregunta del tipo “cómo curamos un enfermo de cáncer”. Con los enfoques legales, administrativos, pedagógicos, presupuestales, políticos y comunicacionales que existen hoy en día, es imposible mejorar significativamente la calidad de la educación peruana. ¿Qué hacer? Primero reconocer esto. Después, reformular las cosas en serio. El liderazgo del Perú todavía no está decidido para reformar seriamente nuestra educación, que no está en la agenda.

¿Cómo evalúa el proyecto de ley de Antero Flores-Araoz?

Es la antítesis de sus propias concepciones de estímulo a la actividad privada y corresponsabilidad entre proveedores y consumidores. Lo que esa ley propone equivaldría a decirle a las empresas de luz, agua o teléfono, que aunque sus clientes no paguen por su consumo, no pueden cortarle el servicio durante el año. ¿Tiene sentido? La ley propuesta, que algunos denominan “del perro muerto”, permite que un padre de familia que paga una sola pensión mensual, digamos la de marzo, puede mantener a sus hijos en el colegio durante todo el año sin pagar un solo centavo más en todos los otros meses, al impedirse cualquier sanción que suspenda el servicio impago. ¿Cómo podrán manejar sus presupuestos los colegios privados?
No sorprenda que muchos cierren y dejen en el aire a sus alumnos o que no puedan pagar a sus maestros a fin de mes.

Agenda nacional ¿Cómo pondría la educación en la agenda nacional?

La única manera es que se ocupe del tema el máximo liderazgo nacional. Para ello, conformar un gabinete de emergencia educacional integrado cuando menos por el presidente Toledo, el premier y los ministros de Economía y Educación, que día a día se ocupen del tema, lo hablen con los medios, lo confronten en sus visitas cotidianas, promuevan eventos, estimulen proyectos, recojan y prestigien experiencias exitosas, animen a los padres a participar en el tema hasta que adquiera una dinámica propia. ¿Se da cuenta que de la decena de asesores directos del presidente no hay ningún experto en educación de los tantos que podría encontrar en Perú Posible? Los hechos hablan más que los discursos.

Adiós, bachillerato

“Los defensores del bachillerato dicen que no fracasó sino que no tuvo el tiempo suficiente para demostrar su valía. Aún si les concedemos que algún día podría haberse convertido en una experiencia exitosa, no hubiera resuelto los graves problemas de la educación peruana”, precisó León Trahtemberg, al referirse al programa que feneció el año que pasó.
Explicó que “el bachillerato no podría modificar todo lo que le antecede ni le precede”. “Era una isla en el sistema. No se reforman las deficiencias estructurales con parches. Hay que empezar desde abajo. La mayoría de los niños que entran al sistema educativo a los 5 años ya tienen tal retraso y tantas desventajas que ya perdieron la mayor parte de sus posibilidades de sacarle provecho a la escolaridad y tener éxito en ella”, acotó.
Afirmó que “las cifras del fracaso escolar son una tragedia nacional” en tanto que “de cada 100 niños que ingresan a primer grado, sólo egresan 20 del quinto año de secundaria al cabo de 11 años de escolaridad”. Añade que es “una tasa de fracasos impresionante” y se pregunta “¿Qué se ha hecho para tomar el toro por las astas?”.

¿Por dónde empezar a cambiar la educación peruana?

“Ya le di varias pistas. La principal, nuestros gobernantes deben reconocer el estado de emergencia en que se encuentra la educación y tomarla en serio. Que sea su tema de preocupación central del año 2002, como lo hicieron con Mesa Redonda durante todo enero, en que día a día fue un tema de la agenda de la presidencia, los ministerios, el Congreso y los medios de comunicación. Seamos claros. Tal como estamos, seguiremos siendo los coleros de la educación mundial”, sentenció.