Por más que intento encontrar analistas objetivos y neutrales en el conflicto árabe-israelí,  no hay forma de encontrarlos, y es que en esencia, la neutralidad es imposible en este y cualquier otro tema conflictivo que encaramos cotidianamente..

Me explicaré en esta columna

Cuando hay temas conflictivos por analizar, como el de la confrontación de republicanos y demócratas en Estados Unidos, o los rusos y ucranianos, o los taiwaneses y chinos, o los árabes e israelíes, se suele apelar a los analistas menos fanatizados de cada bando que procuran tener una visión equilibrada de los problemas. Sin embargo, resulta visible que hay un sesgo en sus miradas producto de su identidad y el contexto en que cada uno nació y se educó.

Esperar neutralidad en demócratas respecto a republicanos en EE.UU. o a la inversa, o esperarlo de rusos y ucranianos cuando hablan de problemas comunes, o de palestinos e israelíes, es iluso. Así sean opositores a lo que se esperaría de su identidad, sus referentes que conformaron su identidad son imposibles de anular

La capacidad de entender el mundo desde la neutralidad es imposible. Inclusive si uno apela a analistas que no son miembros de los pueblos o sectores confrontados, tampoco es posible la neutralidad. Por ejemplo, es absurdo esperar neutralidad frente a temas políticos o sociales por parte de quién nació en un país comunista versus quien nació y se educó en un país democrático, o frente a quién nació en un pueblo originario de la cultura asiática u otro de la cultura islámica, ya que siempre tendrán una visión de mundo impactada por la configuración de su identidad emocional e intelectual original. Sus referentes para organizar sus posturas son otros, como lo son los de un economista que analiza un problema social versus un psicólogo o un arquitecto o un filósofo. Su identidad personal y profesional está tan instalada en su manera de entender el mundo y está tan moldeada por el contexto particular en el que se educó, vivió o trabajó, que hace imposible la neutralidad.

Esa neutralidad en realidad es una abstracción imposible. Siendo así, la pregunta es cómo nuestros hijos y estudiantes pueden entender el mundo en el que viven y construir su propia ruta de entendimiento de los problemas que agobian a la humanidad.

Yo no encuentro otra forma mejor que exponerlos a estos diversos enfoques y estilos de explicación de los problemas y soluciones que proceden de las diversas miradas posibles, para que luego los estudiantes opten por la versión de las cosas a la que le encuentran más sentido y elijan como contexto verdadero para encaminar su vida personal. Eso les permitirá entender el mundo de un modo que puedan sentir claridad respecto al rumbo que le quieren dar a sus vidas.

Dicho sea de paso, esto también les ayuda a confrontar los sentidos comunes heredados, que fueron construidos por sus antecesores y que muchas veces son asumidos sin mayor cuestionamiento, como por ejemplo que la economía de mercado es la mejor generadora de bienestar colectivo, la democracia es el mejor de los sistemas políticos, la competencia   favorece a todos, los aprendizajes escolares pueden ser medidos, PISA es un referente mundial de la calidad educativa, cortar el cabello hace que crezca más rápido y más grueso, el vino es bueno para la circulación sanguínea, hacer escuchar música clásica a los bebes en el vientre los hace más inteligentes, etc. Pese a que todo lo dicho es discutible hay muchos que suelen asumirlo a priori como verdadero.

Ni que decir de las posturas “correctas” cuando hay conflictos entre valores. Por ejemplo ¿es compatible un estado laico con colocar árboles de navidad en las oficinas públicas? ¿En nombre de la libertad de expresión se puede ofender, avergonzar o agredir verbalmente a otros? ¿Tiene derecho a copyright toda obra que le sirve de base o inspiración a un escritor o compositor para crear una nueva, así no reproduzca lo expresado por la antecesora? ¿Puede condenar a muerte un estado a alguien que mató a otro? ¿Tiene el derecho un estado democrático a prohibir a sus ciudadanos el consumo de drogas, el aborto, el suicidio, cuando esas son expresiones de la libertad individual? ¿Dónde está el límite de un valor y cuál es el que debe prevalecer?

Siendo todo esto controversial, y no habiendo unanimidad en ninguno de los problemas de la vida o del mundo, entonces cada persona tiene que escoger el escenario, la matriz de creencias y valores por las que está dispuesto a transitar en lo que sigue en su vida. Pero para ello, tiene que saber que existe esta diversidad.

El rol de la educación de hoy es exponer esa diversidad, confrontar a cada estudiante con todas estas posibilidades y entendimientos, de modo que, usando su inteligencia y su propio aparato cognitivo, sea capaz de resolver cuál es su verdad, en cuya ruta quiere transitar por lo que sigue en su vida. Y dicho sea paso, todo lo que he escrito en esta columna, también es un producto derivado de cómo se forjó mi identidad como educador