SHOA, ZIKARON, ATZMAUT, son palabras en hebreo que solo los judíos sienten porque están instalados en su ADN. Se reactivan intensamente cuando se observa que el genocidio del Hamas del 7/10 no solo es rápidamente ignorado y justificado, sino trasladado a posturas unilaterales que culpan a Israel de todos los males a los ojos de los estudiantes de los colleges, calles europeas, asistentes a Eurovisión y hasta presidentes con antecedentes criminales de nuestras latitudes. Si estos activistas tuvieran libertad de acción sin control policial o judicial, hace tiempo hubiera habido un equivalente al 7/10 en Columbia o Eurovisión.

No dejo de preguntarme qué es lo que hace que de todos los conflictos militares que hay en el mundo con decenas miles de muertos casi a diario solo interese uno, aquél que involucra a Israel. Qué es lo que hace que de los cinco millones de niños que mueren y agonizan anualmente por conflictos militares, inanición o desatención médica en Etiopía, Yemen, Sudán, Siria, Nigeria, Congo, incluso India y Brasil solo interesan los vulnerables en Gaza. Que es lo que hace que los integrantes de las comunidades LGBTQ que no existen en los países islámicos bajo pena de muerte, o tantas organizaciones de mujeres como «Me Too» que se muestran indiferentes a la subordinación esclava de las mujeres ante los varones en tantos países islámicos del Medio Oriente y África que incluso practican la mutilación genital de mujeres por millones, solo se activan cuando está de por medio Israel. Ni hablar de todos los países dictatoriales del mundo que causan muertes y detenciones arbitrarias en sus sociedades, liderados por Rusia, China, Irán que no existen en la agenda de protesta los estudiantes universitarios norteamericanos o europeos, o la falta de protesta activa contra los países industrializados responsables de la intoxicación, cambio climático o desaparición de especies en todo el planeta que mata gente diariamente y amenaza la vida y salud de toda la humanidad.

Para ellos solo se enciende el afán de protesta intensa si está de por medio Israel. Inclusivo extienden su ánimo agresivo e intimidante contra todos los integrantes del pueblo judío, así no sean israelíes. Tal cual lo propuso Hitler al sostener que el mundo solo podrá progresar si desaparecen los judíos. Y él se ocupó de hacerlo con la mitad de ellos, más de seis millones, empezando con los niños y mujeres para asegurarse que no haya más descendencia judía. Y los seguidores de su interpretación del mundo continúan hoy esparciendo su propuesta, al convertir a Israel en el judío de las naciones, que debe desaparecer para que haya paz en la tierra. Es complicado aspirar a que aquellos que han caído en las redes manipulativas de propagandistas del mal como lo fue el nazi Joseph Goebbels y que actualmente usan los medios y redes hostiles para promover el antisemitismo lo descubran dentro de su propia conducta; salvo que tengan espacios mentales para el aprendizaje, entendimiento y la reflexión. En pocas palabras, tengan la educación suficiente para entender que todo conflicto tiene dos o más caras contrapuestas que deben conocerse, sino además que la búsqueda de soluciones jamás pasa por alinearse solo con los intereses o argumentos de uno de los lados en conflicto.

Quien vea la película “Lazos de Vida” brillantemente interpretada por Anthony Hopkins no solo podrá conectarse con los aspectos de la identidad judía que se activaron luego de la masacre del 7/10, sino además entender por qué Israel no puede desistir de tomar por sí mismo todas las acciones que garanticen su seguridad, que nadie más podrá garantizar, ni siquiera los más cercanos aliados norteamericanos y europeos como se observa en estos días.

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