Las grandes plataformas digitales y sus auspiciadores manipulan los sentidos comunes de sus seguidores modelando sus opiniones políticas y electorales, así como sus gustos en el mundo del consumo de bienes y servicios. En pocas palabras, van encerrando la mente para considerar muy pocas opciones elegibles, por lo que el rol de la educación de estos tiempos es educar a los estudiantes para abrir la mente de quienes procurar cerrársela.

Es esencial que tracemos rutas pedagógicas que apunten a abrir la mente de nuestros jóvenes. Necesitamos cultivar la habilidad de los estudiantes para entender y valorar la diversidad de personas, escenarios, contextos y puntos de vista que conforman nuestro mundo. Esta apertura mental es esencial para formar ciudadanos globales que no solo comprendan el mundo, sino que también puedan contribuir de manera significativa a él.

Esto implica un enfoque educativo que vaya más allá de la mera transmisión de conocimientos.
La educación debe ser un espacio donde se fomente el pensamiento crítico y se capacite a los estudiantes para analizar de manera objetiva la información difusa que reciben. Para lograrlo, debemos alejarnos de las visiones sesgadas, unilaterales y asimétricas de la información, sin importar cuál sea la ideología que promueva estas perspectivas. Al hacerlo, los estamos preparando para resistir la manipulación de la información y para tomar decisiones informadas en un mundo cada vez más complejo.

Dado que el futuro es incierto y no se puede predecir, es esencial apelar a la intuición calificada de los educadores expertos. Estos expertos son capaces de identificar las capacidades y habilidades que los estudiantes necesitan para enfrentar los desafíos del futuro. Por ejemplo, cuando surgió la pandemia del COVID-19 o se implementó la educación virtual para niños, o la irrupción de la I.A., las instituciones educativas sólidas que pusieron de inmediato esas novedades en su agenda pudieron adaptarse de manera rápida y efectiva. Reconocieron los efectos colaterales en la salud mental de los alumnos, las fracturas en su proceso de aprendizaje y sus necesidades de resocialización, aspectos que a menudo son pasados por alto por quienes están más preocupados por mantener una continuidad respecto a lo “previamente planificado”.

En suma, la educación de hoy debe centrarse en abrir mentes y cultivar ciudadanos críticos y flexibles. Esto es esencial para preparar a las generaciones futuras para un mundo en constante cambio y para contrarrestar la influencia negativa de la polarización y la manipulación de la información en la sociedad

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