La buena noticia: unos 100,000 maestros tienen comprensión lectora y/o dominio aritmético adecuado. La mala noticia: más de 100,000 maestros no tienen las mínimas capacidades de razonamiento numérico y comprensión lectora, pese a lo cual tienen a su cargo al menos 2 millones de alumnos. No se requieren muchos datos para suponer que habrá una alta correlación entre los maestros incompetentes y los alumnos incompetentes. Además, los alumnos que están en peores condiciones sufren la acumulación de cuatro discriminaciones: por ser pobres, rurales, pobladores de la sierra o selva y no ser hispanohablantes. Es el cóctel de la exclusión.

Tengo serias dudas que una capacitación de 220 horas recuperará a los maestros menos competentes. Además, entre los castigados que no serán capacitados, también hay muchos incompetentes. El equipo ministerial de Antonio Chang ha avanzado en cosas importantes como extender el año escolar y reducir el margen de acción del Sutep, pero nada de eso constituye una reforma educativa. Urge armar un equipo de reforma, interdisciplinario y extraministerial, para que en el más breve plazo diseñe una revolución educativa original, audaz, viable, cuyo benchmark no sean los países latinoamericanos sino Irlanda, Finlandia y República Checa