Decir «el 2024 será un año de gran crecimiento» o alternativamente «el año 2024 creceremos muy poco, y aumentará la pobreza y la desazón de los peruanos con la democracia» ¿cuál es la versión correcta? ¿No será que toda descripción sobre la realidad peruana, al depender de quién la hace, se convierte en noticia cierta para unos y falsa noticia para otros?

Algunos dirán que en las proyecciones al futuro hay margen de incertidumbre por lo que toda proyección es válida. Vamos entonces al pasado. Unos dicen “Fujimori fue la salvación para el Perú” y otros dicen “Fujimori fue lo peor que le pudo pasar al Perú” ¿cuál es cierta y cuál es falsa? Decir «los peruanos son puntuales» o decir «los peruanos son impuntuales»; «los políticos peruanos son corruptos» o «los políticos peruanos son honestos»; “los médicos de hospitales estatales son muy insensibles” o “los médicos de los hospitales públicos se sacrifican por sus pacientes”, “las redes sociales nos conectan» o «las redes sociales nos aíslan»,etc.

¿Cuál es la verdad? ¿En qué información se puede confiar? Ocurre que las noticias son como las fotos del fotógrafo que por ejemplo frente a un desastre natural decide enfocar la destrucción de una casa, la fractura del cauce del río, un puente caído, un niño deambulando desconcertado, la policía intentando poner orden, los bomberos dando primeros auxilios…

El saber común habla del “vaso medio lleno” o “el vaso medio vacío” según el nivel de optimismo o pesimismo o de bienestar del observador. Si esto es tan claro y evidente ¿Por qué se sigue pensando que la educación de los escolares y universitarios supone que hay una versión cierta de las cosas, que además los profesores verifican y validan a la hora de evaluar los exámenes que toman a sus alumnos?

La educación, en su esencia más profunda, debe ser una herramienta para entender que frente a cada hecho observado o analizado, hay múltiples interpretaciones y síntesis posibles, todas válidas en función de la identidad y el contexto del observador. Este enfoque educativo, que valora la diversidad de perspectivas, es crucial en un mundo interconectado y culturalmente diverso.

Enseñar a los estudiantes a reconocer y respetar diferentes puntos de vista no solo fomenta la tolerancia y la comprensión intercultural, sino que también los prepara para enfrentar desafíos complejos y a menudo contradictorios en su vida personal y profesional. Por tanto, el rol de la educación debe evolucionar hacia la promoción de un pensamiento que no busque respuestas únicas o definitivas, sino que se enfoque en comprender la pluralidad de las experiencias humanas y la subjetividad en la interpretación de los hechos. Esta aproximación a la educación es esencial para formar ciudadanos capaces de navegar en un mundo donde las certezas son pocas, pero las perspectivas son infinitamente variadas.

Habrá quienes digan que este relativismo hace desaparecer las certezas que son las anclas de nuestros valores. Pero quizá pensaría distinto si entendieran que si realmente nos identificamos con valores como la verdad y honestidad, esos no se logran presentando solo uno de los lados de la moneda, sino permitiendo que cada estudiante construya su verdad luego de haber analizado todas las aristas en juego.

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