La incidencia de nacimientos múltiples ha crecido notoriamente en las últimas dos décadas como consecuencia de los notables avances científicos en la fecundación humana. Por ejemplo en los EE.UU. subió en 42% el número de nacimientos múltiples entre 1980 y 1994, y actualmente 1 de cada 80 nacimientos son mellizos. Dada esta tendencia, parece razonable asumir que cada vez a más padres les tocará criar mellizos, y que cada vez sea más probable que a los profesores les toque enseñar a mellizos en algún momento de su carrera docente.

Esto hace necesario conocer algo más sobre el mundo de los mellizos, que en el fondo es una extensión de lo que hay que cuidar en cualquier hijo o alumno: su identidad y su diferenciación respecto a los demás hermanos y compañeros, que de no tratarse adecuadamente dan lugar a fuertes frustraciones, celos y agresiones entre ellos. No olvidemos que los mellizos compiten desde que nacen por la atención de los padres. Por eso después, cuando crecen, tienden a desarrollar intereses diferentes de modo que eviten la dolorosa competencia.

COLEGIOS

Los colegios enfrentan un dilema frente a los mellizos cuando deben decidir si ubicarlos juntos o separados en las aulas de clases. Muchos colegios tienen una política de separación automática de los mellizos, basados en tres argumentos: Primero, si los ponen juntos, los exponen a ser comparados todo el tiempo en sus logros y conductas, motivando celos y fricciones entre ellos. Segundo, si están juntos, pueden ser confundidos por los profesores y compañeros, dificultando el establecimiento de las necesarias relaciones individuales de cada uno con sus profesores y compañeros.

Además éllos pueden aprovechar esto para engañar a los profesores. Tercero, mantener juntos a los mellizos hace mas difícil su integración social, que hagan amigos, o que amplíen sus horizontes individuales, e inhibe su libertad individual para desarrollar sus propios intereses, lo cual es contraproducente porque para mellizos la diferenciación es muy importante.

La investigación educacional muestra que no hay recetas únicas. Es deseable aconsejarse con los padres y los propios niños en la primera decisión de ubicarlos juntos o separados y observar su conducta, para luego decidir si mantenerlos así o cambiarlos. Posiblemente convendrá separarlos si su deseo de estar juntos los afecta negativamente, si los compañeros los comparan y fastidian, si uno se vuelve muy dependiente del otro y en los mellizos mixtos, si la melliza mujer sobreprotege maternalmente al varón. En cambio si por alguna razón hay tensión en la familia o si uno de ellos está afectado en su salud puede convenir mantenerlos juntos para que se apoyen mutuamente.

Por su parte los profesores deberán esforzarse por aprender a diferenciarlos, porque es la única manera de respetar su individualidad y su identidad. Decirles «mellizos» no les hace ningún bien. No hay que olvidar que en los mellizos el problema central es la identidad y el peor enemigo es la comparación.

RECOMENDACIONES

Hay que ser concientes que los mellizos no son payasos de un circo a los que hay que vestir o peinar idénticamente de modo que puedan ser exhibidos como «una pareja linda». Una encuesta hecha a mellizos en 1991 por L. H. Dreyer sobre lo que les molesta arrojó resultados que traducidos a recomendaciones plantean cosas muy importantes que vale la pena considerar:

1) No ponerles nombres que suenen muy parecidos. Hay que diferenciar claramente uno del otro.

2) Ser muy cuidadosos para no exigir a uno en función de lo que es capaz el otro, porque no siempre tienen similares capacidades o logros. Evitar comparar mostrando los logros de uno como ejemplo para el otro, porque de lo contrario se puede crear fuertes celos y rencores entre ellos y dañar su buena relación.

3) Dedicar tiempo para cada uno por separado, para que puedan desarrollar vínculos fuertes e independientes con cada padre.

4) No tratarlos como a una unidad indivisible. Es mas, animarlos a que cada uno haga sus propios amigos y cultive sus propios deportes y hobbies.

5) Referirse a cada uno por su propio nombre y no como «mellizo».

6) Permitirle a cada uno vestirse y peinarse como mejor les plazca, sea que quieran hacerlo igual o diferente.

7) Dejarlos solos durante sus disputas. Los mellizos sienten un profundo amor uno por el otro que inevitablemente llevará a la reconciliación. No meterse. 8) Finalmente, sabiendo que frecuentemente se crean situaciones muy difíciles, hacerles sentir todo el tiempo que éllos valen la pena el tremendo esfuerzo que significa criar dos hijos a la vez.

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