Joseph Ramos, decano de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile, en la conferencia magistral “Desde el Chile de ayer al Chile del Mañana” al iniciar el año académico 2008 comentó sobre los requerimientos chilenos futuros para dar el salto a convertirse en país del primer mundo. Dijo que Chile tiene un pie en Europa (quintil superior) y otro en África (quintil inferior) y necesita subir del 4% al 6% su crecimiento anual en los próximos 12 años para aumentar la productividad y reducir las brechas de desigualdad.

En otro trabajo del año 2004 “La Macro ha andado bien pero ¿la micro? ¿Cómo le ha ido a la gente?” Ramos concluye que: 1. Hubo una mejora absoluta en los niveles de ingreso del grueso de la población, pero no en su distribución. Mejoró la distribución del bienestar relativo de los más necesitados. 2. Este progreso ocurrió porque Chile incorporó las tecnologías y mejores prácticas internacionalmente disponibles. Con ello aprovechó para dar los saltos de un país en vías de desarrollo que estaba aún lejos de la frontera tecnológica (“catch up”). Entonces la posibilidad de crecer al 6% ó 7% anual dependerá de seguir aprovechando del “catch up”, y de identificar las tecnologías y mejores prácticas más idóneas al país, copiarlas o adaptarlas y luego difundirlas rápidamente, más que profundizar reformas liberalizadoras o introducir industrias “hi tech” o elevar I&D. 3. Mientras más acelerado esta difusión tecnológica, mejor será la distribución del ingreso”.

Por otro lado según el consultor Juan Andrés Fontaine (“El desafío del 2007: ir por el crecimiento acelerado”) Chile creció al 7.9% promedio entre 1987 y 1996 (contra 4% del mundo) pero luego bajó a un promedio de 4% entre 1997 y 2006 (contra 4.1% del mundo). En el año 2006 creció solamente 4.2% habiendo sido el mejor año de la economía mundial en tres décadas. Ese crecimiento anual permite mantener cierta tranquilidad macro económica, pero impide alcanzar el desarrollo y reducir la pobreza.

Ramos reitera que desde hace unos 50 años que el quintil socioeconómico superior chileno está entre 12 y ahora 14 veces por encima del quintil inferior (55% del ingreso nacional contra 4.2% del ingreso nacional), uno de los ratios más elevados de América Latina cuyo promedio es 15 comparado con 6 de la OECD (42/7) y 5 en los tigres asiáticos (40/8). En cuanto al nivel educativo, si bien en los últimos 50 años la cobertura de la educación básica de 8 grados subió de 80% a 97% y la media de 16% a 88%, en la superior, que es la que produce los retornos más altos (3 veces más que la secundaria), subió de 3% a 40%. Es decir aún hay 60% de excluidos de la educación superior y con ello de los niveles de ingreso de clase media o alta en Chile.

Ramos sugiere implementar el catch up o «imitación inteligente», que consiste en copiar de buena manera aquellas cosas que hicieron o hacen otros países que tienen un crecimiento acelerado y sostenido, como los países nórdicos, China o los tigres asiáticos. Sostiene que “Chile debe crecer al 6% y reducir la brecha de desigualdad social. Para lograr esto, se deben aprovechar los conocimientos tecnológicos que se han desarrollado en el exterior para adaptarlos y ponerlos en marcha acá. Da como ejemplo lo que se hizo con la industria salmonera, con un modelo copiado de Noruega que luego se mejoró con tecnología local

Ramos recomienda seguir tres estrategias: profundizar liberalizaciones microeconómicas -sobre todo la laboral-, desarrollar industrias hi-tech, y acelerar la imitación inteligente o catch-up (más que invertir solamente en Investigación y Desarrollo). En materia de desigualdad social, Ramos postula mejorar la calidad de educación (condicionando recursos a mejores resultados), garantizar oficios técnicos superiores para quienes no acceden a la Educación Superior y promover salarios participativos ligados al desempeño de la empresa
Por su parte Fontaine recomienda elevar la inversión desde el 22% al 27% del PBI de aquí al 2010, con lo que el empleo crece al 1.8% anual; incorporar a los inactivos al mercado laboral (mujeres 37% y jóvenes 28% comparados con 56% y 43% de la OECD lo que da un promedio general de ocupación laboral del 55% en Chile y 65% en OECD); aumentar la productividad por ganancias por eficiencias que ha caído desde el 2.8% entre 1987 y 1996 al 1.0% entre 1997 y el 2006.

Todo esto permitiría a Chile subir del 4.5% al 7% sus tasas de crecimiento y con ello alcanzar sus metas del desarrollo.
En suma, educación de calidad y tecnología son ingredientes infaltables para alcanzar el desarrollo y la equidad. Algo de eso debemos hacer también en los otros países de América Latina