Los atentados contra el World Trade Center constituyen tan solo un episodio en la escalada de violencia

El 11 de setiembre del 2001 murieron 3.000 estadounidenses en los atentados contra las torres de Manhattan y el Pentágono. Esto marcó un punto de giro en la política militar exterior norteamericana, que se expresó con la invasión a Afganistán, Iraq y el amiste con Pakistán, todos vecinos de Irán. Esta constituyó la primera reacción seria de Estados Unidos desde el inicio de la tercera guerra mundial que se ubica el 4 de noviembre de 1979. Ese día, unos 3.000 estudiantes rodearon la Embajada de Estados Unidos en Teherán y tomaron como rehenes a 52 estadounidenses, en una acción que duró 444 días (hasta el 20 de enero de 1981). Este ataque contra la soberanía estadounidense mantuvo en vilo y paralizada a la potencia más poderosa del mundo, fijando el inicio de un continuo de eventos de terrorismo antiestadounidense para los cuales EE.UU. no ha tenido respuesta efectiva por 27 años, según demuestra el capitán Ouimette, de la estación aeronaval de Pensacola, Florida.
Veamos. En abril de 1983, un camión cargado de explosivos se incrustó en la Embajada de EE.UU. en Beirut, estalló y mató a 63 personas. Seis meses después, otro camión, con 2.500 libras de TNT, atravesó la puerta principal del cuartel general de la marina de EE.UU. en Beirut, murieron 241 marinos y funcionarios estadounidenses. Dos meses después, en diciembre de 1983, otro camión con explosivos atentó contra la Embajada de EE.UU. en Kuwait, y en setiembre de 1984, contra la Embajada de EE.UU. en Beirut.
Pronto el terrorismo se expandió por toda Europa, y en abril de 1985 una bomba explosionó en Madrid, en un restaurante frecuentado por soldados estadounidenses. En agosto de 1985, un Volkswagen-bomba atentó contra la base aérea estadounidense en Main (Alemania), fallecieron 22. A los 59 días fue secuestrado el crucero Achille Lauro, los terroristas asesinaron a un judío-norteamericano lisiado en su silla de ruedas.
En abril de 1986, terroristas árabes hicieron estallar el vuelo 840 de la TWA, mataron a 4; luego, en 1988, los libios hicieron explosionar el vuelo 103 de Pan Am sobre Lockerbie, Escocia, donde 259 murieron. En febrero de 1993, una camioneta estalló en el sótano del World Trade Center, en Nueva York, murieron seis y quedaron mil personas heridas. En noviembre de 1995, un coche-bomba explosionó en el complejo militar de EE.UU. en Riad, Arabia Saudí, siete personas fallecieron.
A los pocos meses, en junio de 1996, otro camión-bomba explosionó a 30 metros del complejo militar de EE.UU. en Dahrán, Arabia Saudí y destruyó las Torres de Khobar, barracas de la fuerza aérea de EE.UU., donde 19 murieron y 500 fueron heridos . De allí siguieron los atentados contra las embajadas norteamericanas en Kenia y Tanzania que causaron 224 muertes de norteamericanos. El 12 de octubre del 2000, el portaviones USS Cole fue dañado por una canoa-bomba en el puerto de Aden, Yemen, cuando estaba recargando combustible, murieron 17 marinos estadounidenses. De allí llegamos al famoso atentado del 11 de setiembre del 2001. Seguidamente, otros países experimentaron atentados de terroristas que dicen actuar en nombre del Islam, como los de El Cairo, Bali, Madrid, Londres, Bombay…
Así, los atentados contra el World Trade Center de Manhattan, Nueva York, el 11 de setiembre, constituyen tan solo un episodio en la escalada de violencia que corresponden a la tercera guerra mundial, que ya está en curso. Se conoce al inspirador (Irán), su metodología, sus pasos tácticos… Solo falta el enfrentamiento frontal. Quizá ocurra cuando cuente con la bomba atómica.
En este contexto, la confrontación entre Israel y Hezbolá (Irán) en el Líbano y la presencia de EE.UU. en Afganistán, Iraq, Pakistán y su alianza con Turquía (vecinos todos de Irán), adquiere una nueva dimensión geopolítica.