El Perú está en una situación de emergencia ocultada por la temporal bonanza económica»
Ante la colapsada educación que estafa a los pobres

Alan García no dio un discurso el Día de la Fraternidad, curiosamente, el mismo día de la divulgación de los resultados del colapso educativo nacional. ¡Cómo me hubiera gustado escuchar un discurso visionario e inspirado mediante el cual hubiera convocado tras suyo al país para transformar radicalmente nuestra agonizante educación, para colocarnos a la vanguardia educativa de la región en los próximos 10 años! Hubiera deseado escuchar algo así: «Compatriotas, los gobiernos del Perú le hemos fallado a nuestro pueblo porque lo hemos condenado a la pobreza y a la impotencia para salir de ella. Hemos condenado a la mayoría de los peruanos a agachar la cerviz, renunciar a la libertad y arrastrar las cadenas de la ignorancia e incompetencia, porque no les dimos la principal herramienta de la independencia que es una educación de calidad.

Al tercio superior de peruanos los condenamos a la vanidad de creerse bien educados, porque en lugar de compararlos con los finlandeses, japoneses o irlandeses los comparamos con los chilenos, brasileros o colombianos, con quienes compartimos la cola de los ránkings mundiales. A los otros dos tercios los hemos condenado a la pobreza, por no haber cumplido la garantía constitucional de ofrecerles una educación de calidad para todos. Los hemos convertido en inválidos educativos, cerrándoles las oportunidades del empleo digno y el progreso económico que se sostienen en una buena educación. El Perú está en una situación de emergencia ocultada por la temporal bonanza económica gestada por la aspiradora asiática de materias primas minerales, agrícolas y pesqueras, que en alguna forma beneficia al 50% superior de la PEA y le genera ingresos adicionales al fisco, que le permite desarrollar programas asistenciales de subsistencia para los más pobres. Pero no logra reducir la pobreza, porque los pobres no cuentan con la educación que les permitiría diferenciar su mano de obra de la de los robots y aportar con su ciencia y creatividad valores agregados a la exportación de las materias primas.

Cuando termine esta bonanza y se encojan los programas asistenciales, habrá convulsiones sociales en el Perú que afectarán el patrimonio y la seguridad personal de los más pudientes, amenazados por la frustración de los pobres, que condenados al desempleo y a la exclusión, no tienen incentivos para defender el Estado de derecho. Por lo tanto, anuncio al Perú que la educación será la estrella que alumbre diariamente nuestras preocupaciones, presupuestos y acciones del gobierno. Nos plantearemos objetivos sumamente ambiciosos, potentes y audaces, con metas visibles capaces de convocar el compromiso de todos, para convertirnos en los líderes de la región en los próximos 10 años y pelear el liderazgo mundial en los próximos 20 años.

El Perú dará las lecciones al mundo que hoy dan Irlanda y Finlandia, de cómo un país pobre construye su riqueza a partir de su pueblo educado, empezando por mostrar que es posible lograr en un breve plazo que la mayoría de los alumnos llegue a un nivel satisfactorio de comprensión lectora y operatividad aritmética e informática. Esta decisión exige una gran convocatoria e inversión educacional sin precedentes en infraestructura, laboratorios, bibliotecas, computadoras, materiales didácticos, mobiliario, proyectos innovadores, formación docente; exige convocar a los peruanos más talentos para armar un plan inmediato de reforma, agresivo y vanguardista, que recoja del Proyecto Educativo Nacional su visión, objetivos y orientaciones de política; exige de todos los ministerios estrechar sus presupuestos para duplicar el de educación; exige de los padres de familia aportar con su esfuerzo y recursos para complementar el esfuerzo estatal; exige de los funcionarios estatales extremar su entrega inteligente y eficiente; y, sobre todo, exige del Gobierno visión, compromiso, organización, disciplina y coraje.

En lo más personal, exige del presidente y los ministros, que se levanten y acuesten cada día preguntándose por lo que hicieron hoy por la educación y lo que harán mañana». Espero que la democracia peruana viva lo suficiente para escuchar alguna vez algo así.