La investigación educacional de los últimos 30 años ha demostrado inequívocamente que el involucramiento positivo de los padres con el colegio de sus hijos mejora su rendimiento, refuerza su autoestima, mejora su comportamiento y aumenta su asistencia escolar. Al respecto Karen Mapp y Leon Lynn sostienen en el boletín «The Harvard Education Letter» de setiembre/octubre de 1997, que hay que potenciar las estrategias que logran involucrar a los padres con el quehacer escolar de sus hijos, que sigue siendo muy escaso. Cita por ejemplo el estudio nacional en alumnos de 8vo. grado que en 1990 mostró que más de la mitad de los padres no fueron a reunión alguna de padres durante el año escolar. Otro estudio similar de Joyce Epstein, de la Universidad John Hopkins, mostró que la mayoría de los padres jamás participan directamente en actividades escolares de sus hijos.

RAZONES
Las principales razones por las que hay poco contacto entre familias y colegios tienen que ver con las diferencias culturales, étnicas, económicas y sociales que hay entre los profesores y los padres, que llevan a que cada cual tenga un estereotipo sobre el otro que los aleja mutuamente. Los padres ven a los profesores como «sabelotodos que siempre les señalan sus deficiencias» y los profesores ven a los padres como «ignorantes en educación que afectan negativamente la crianza de sus hijos».
También hay problemas para poder coincidir en los horarios y encontrar el tiempo libre para que los padres puedan asistir al colegio. Además existe la sensación en los padres de que al colegio no le interesa escuchar sus opiniones. De allí que sea lógico encontrar que las estrategias que han demostrado funcionar bien son las que hacen sentir a los padres que éllos y sus sugerencias son bienvenidos; inclusive hay colegios que les dan algunas responsabilidades en el quehacer escolar que hacen evidente su aporte. Los padres que tienen esta relación positiva con los colegios suelen asistir a reuniones, charlas, seminarios, actividades, etc. y sus hijos suelen tener conductas y rendimientos mejores que los de los otros alumnos.
Lynn cita el caso del colegio primario «Victory» de Milwaukee, que luego de una larga historia de falta de involucramiento de padres, inició nuevas estrategias de acercamiento en 1992. Por ejemplo, entablaron entrevistas por teléfono con los padres que por razones de tiempo y distancia no pueden acudir a la escuela. De este modo, lograron establecer un contacto fluido con 58% de los padres que de otro modo jamás hubieran ido al colegio. Adicionalmente, el colegio contrató un coordinador de padres que se dedica a crear actividades que fomenten que los padres vengan al colegio como visitantes voluntarios que dan charlas en temas de su especialidad, o que se reúnen en un centro de padres para conversar entre sí y trabajar juntos para el colegio. Los resultados han sido notoriamente favorables.

PROFESORES
Frente a toda esta evidencia, se hace necesario revisar la formación de los profesores para que se sensibilicen y preparen para este rol de convocadores de los aportes positivos de los padres. A propósito de esto, un estudio sobre el contenido curricular de la formación de profesores hecho en los 52 estados norteamericanos muestra que solo 22 mencionan el involucramiento familiar, aunque generalmente de manera muy escueta e imprecisa.
Al analizar una muestra de 60 currículos en esos 22 estados, los investigadores encontraron que en el 88% de los casos el vínculo entre colegio y familia se refería a actividades tipo conferencias en escuela de padres; en el 80% se referían a las consignas para los padres sobre cómo educar a los hijos en la casa, y menos del 25% cubría la comunicación comprensiva y horizontal entre padres y profesores. Menos del 25% aludía a dar oportunidades a los alumnos para trabajar junto con sus padres en actividades o proyectos escolares. Así que la formación magisterial es otra área que requiere mejorarse.

REFLEXIÓN
La fórmula exitosa para contar con el respaldo de los padres y establecer un vínculo positivo con el colegio sigue siendo esencialmente la misma que es aplicable a todas las relaciones humanas: los padres – igual que los alumnos y los profesores- necesitan y esperan la comprensión y el reconocimiento de los demás. Eso se aplica tanto al reconocimiento de sus dificultades reales, como de sus aportes positivos a la crianza de sus hijos; así mismo, a su capacidad de dar opiniones y sugerencias valiosas. Si reciben ese buen trato, son capaces de involucrarse muy positivamente. Si no, se distancian. Es tan simple como eso.