Para prevenir el fracaso escolar

Muchos padres de familia y funcionarios ministeriales no entienden la relación entre el fracaso escolar desde el primer grado y la falta de estimulación temprana y aprestamiento preescolar. Veamos situaciones aleccionadoras. 1). Quien nunca tuvo en su infancia y adolescencia contacto con el mundo del campo como para saber si la palta, el tomate, la manzana o la sandía crecen en el suelo o en árboles, ¿cómo puede deducirlo? Solo viéndolo en los hechos, podrá crear ese conocimiento. 2). Quien siempre vivió en Lima, donde la lluvia está asociada al frío y al invierno, no podrá entender que la lluvia puede ocurrir en verano y en pleno calor hasta que le toque experimentar ese fenómeno allí donde ocurra. Recién entonces podrá construir el conocimiento científico entendiendo que la lluvia se produce independientemente del frío o del invierno. 3). Una alumna se acerca a mi secretaria y le dice: «¿Cómo te llamas?». Le contesta: «Rosa». La niña continúa preguntando: «¿Por qué te llamas como la flor?». Otro niño me pregunta: «¿Cómo te llamas?». Le digo «León». Inmediatamente reacciona diciendo :»¿Por qué te llamas como un animal?». Solo luego de acumular varias de estas experiencias los niños se dan cuenta de que una misma palabra puede representar distintos conceptos. 4). Un niño que no tuvo estimulación lingüística preescolar, con lenguaje muy simple y escaso, escucha a la profesora decir: «Encierra en un círculo la respuesta correcta» o «Subraya el número intermedio». ¿Qué significará para el niño palabras que escucha por primera vez como encierra, círculo, subraya o intermedio? Imaginemos que lee un cuento en el que está escrito: «El suelo accidentado hizo más lento el tránsito». ¿Qué significará para él ‘suelo’ o ‘tránsito’? ¿Acaso ‘suelo accidentado’ significará que hubo un accidente y la víctima está tirada en el suelo? Si el niño se desconcierta y no contesta bien a la maestra, no es porque no sea inteligente o capaz, sino porque le falta el bagaje cultural y vocabulario previo para comprender los enunciados. Siendo así, para no fracasar, hay que garantizar que antes de empezar la lectoescritura todos los niños posean el bagaje cultural y lingüístico que les permita entender lo que les hablan y enseñan en el colegio. Y si no lo acumularon antes del primer grado, hay que dárselos a lo largo de ese grado, antes de abordar la lectoescritura, la cual debe iniciarse sobre bases sólidas y no sobre fundamentos frágiles que solo garantizarán su fracaso. A eso hay que sumar las otras dimensiones que aborda la estimulación temprana, que tienen que ver con desarrollo físico, neurológico, psicomotor, visomotor, coordinación gruesa y fina, posturas corporales previas a sentarse en una silla, juego infantil como antecedente para entender las normas de convivencia, relaciones con distintos adultos, habilidades sociales, valores estéticos, etc., todo lo cual requiere cultivarse para que el niño luego se ubique adecuadamente en la educación primaria. No es complicado crear programas a la medida de la realidad de nuestros niños que prevengan el fracaso desde el primer grado. Abordar esta opción de subsanación de las carencias preescolares de los niños con mayores carencias solo requiere que el Ministerio de Educación rompa la rigidez curricular que presiona para lograr ya en primer grado que «todo niño aprenda a leer y escribir» (que para nuestra realidad resulta imposible).