(The Economist reseñado por León Trahtemberg)

En un emocionante verano deportivo, el US Open de tenis deslumbró al mundo con su competencia tanto en la categoría femenina como masculina. Este evento no solo fue un escaparate de talento y habilidad, sino también un recordatorio de los avances significativos en la igualdad de género en el deporte. A pesar de que en el pasado el deporte femenino a veces ha sido subestimado, ha llegado el momento de apreciar y valorar el deporte femenino por derecho propio, sin la necesidad de equipararlo al masculino.

La igualdad de género en el deporte es un tema complejo que va más allá de la mera igualdad de condiciones en términos de reglas y oportunidades. Mientras que algunos deportes, como el tenis, han avanzado en la dirección correcta al otorgar a las mujeres una plataforma igual en términos de visibilidad y recompensas financieras, todavía existen diferencias biológicas y fisiológicas entre hombres y mujeres que deben ser consideradas.

En deportes como el fútbol, donde las reglas y el equipo son los mismos para ambos géneros, surge la pregunta de si jugar en las mismas condiciones realmente significa que están jugando el mismo juego. Diferencias en altura, peso, velocidad y capacidad de salto son evidentes. Esto nos lleva a cuestionar si es hora de ajustar las reglas y el equipo para tener en cuenta estas diferencias y garantizar un juego justo y seguro para todos los participantes.

Sin embargo, el objetivo no es convertir el deporte femenino en una mera réplica del masculino, sino más bien reconocer y apreciar las diferencias y adaptar las reglas de manera apropiada. Por ejemplo, en el fútbol, las porteras defienden porterías del mismo tamaño que los hombres, lo que hace que su desempeño sea aún más impresionante debido a sus diferencias físicas.

La diversidad de género también debe ser considerada en esta conversación. La inclusión de personas trans, intersexuales y con trastornos del desarrollo sexual es esencial para una comprensión completa de las complejidades de género en el deporte.
Las lesiones son una preocupación válida en esta discusión.

Diferencias en el tamaño de la pelota pueden afectar la velocidad y el impacto al cabecear, lo que podría aumentar el riesgo de lesiones en las mujeres. En un mundo donde las conmociones cerebrales son una preocupación creciente en deportes de contacto, es esencial abordar estas preocupaciones con seriedad.

Un ejemplo interesante es la prueba de una pelota de rugby de tamaño medio más pequeña en el rugby femenino. Esta idea surgió debido a las diferencias en el tamaño de las manos entre hombres y mujeres, lo que podría afectar la capacidad de pasar, atrapar y patear el balón. La prueba busca analizar cómo este cambio podría influir en el juego, haciéndolo potencialmente más rápido y emocionante.

Para medir el éxito de estas adaptaciones, se utilizarán métricas cuantitativas y cualitativas, y lo más importante, se escuchará la voz de los propios jugadores y entrenadores. Después de todo, su experiencia práctica es fundamental en la implementación de cualquier cambio.

La igualdad de género en el deporte no es solo una cuestión de igualar las condiciones, sino de apreciar las diferencias y garantizar que todas las personas, independientemente de su género, tengan la oportunidad de disfrutar y destacar en sus disciplinas deportivas.

Es hora de reconocer que el éxito del deporte femenino no radica en ser igual al masculino, sino en ser excepcional por sí mismo. El deporte es un terreno de juego para todos, y debemos asegurarnos de que sea inclusivo y equitativo para todos los géneros.

The Economist https://www.economist.com/podcasts/2023/09/06/women-are-not-the-same-as-men-should-the-rules-and-kit-of-their-sports-be

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Imagen: 02.08.2022 PorRTVE.es