Recientemente se publicó una investigación iniciada en 1972 por la Universidad de Carolina del Norte, que rastreó y evaluó la situación de jóvenes de 21 años de edad desde que fueron niños de 6 a 24 semanas de vida, oportunidad en la que fueron llevados a los centros de estimulación inicial denominados ‘Abecedarian’.

Se encontró que a los 21 años de edad los egresados del proyecto ‘Abecedarian’ rendían mejor en pruebas de inteligencia, tenían mejor capacidad de lectura y habilidad matemática, accedían más a la educación superior, conseguían más empleos que requerían alta capacitación laboral y postergaban más la edad de inicio de la paternidad, comparados con sus pares de similar extracción socioeconómica y cultural pero que no asistieron a estos marcos de estimulación inicial.

Este es sólo uno de los cientos de estudios médicos, psicológicos, sociológicos y pedagógicos que aluden al enorme impacto que tiene la estimulación temprana en niños pre-escolares de cero a cinco años de edad. Sin embargo, en el Perú los gobiernos aún no han reaccionado frente a estos hallazgos.

Las cifras del anuario 2000 publicado por El Comercio y Apoyo Comunicaciones nos muestran que para el sistema educativo peruano los niños recién nacen a los 5 años. En otras palabras, hay un gran vacío educacional en sus primeros cinco años de vida. Esta desatención determina que el primer grado de primaria se convierta en una oportunidad perdida para iniciar óptimamente la escolarización de los peruanos, a la cual pocos le sacan provecho. La consigna inconsciente parecería ser «dejar que se malogren para después tratar de recuperarlos». No se puede pretender que un niño peruano con 5 años de vacío en su estimulación inicial alcance logros similares a los niños europeos o asiáticos que asisten masivamente a la educación inicial desde los 2 años de edad.

En el Perú más del 90% de los niños de 0 a 2 años son desatendidos por el sistema educativo. A los 3, 4 y 5 años son desatendidos el 59%, 37% y 17%, respectivamente. Llegó la hora de preguntarnos seriamente si el Estado Peruano sólo dispone de recursos para obligarse a proveer 12 años de escolaridad gratuita y universal, ¿qué sentido tiene empezar recién a los 5 años, dejando el vacío previo que a muchos condenará al fracaso?

En lugar de «empezar cuanto antes, desde que el niño nace» la estrategia que domina el sistema sigue siendo primero universalizar la escolarización secundaria (que actualmente es sólo del 55%) y luego bajar paulatinamente hacia la atención pre-escolar de los niños de 4, 3 y 2 años. Con esto último únicamente se garantizará que los niños peruanos, especialmente los más pobres, lleguen a la escuela con enormes vacíos y desventajas que harán imposible equiparar sus logros escolares con aquellos de los países desarrollados con los que tienen que competir.

Además, debido a que no se cuenta con la custodia que ofrecen los programas de educación inicial, las madres y hermanas mayores se ven impedidas de estar libres para seguir estudiando o trabajando, desperdiciando el impacto favorable que esto tendría en la educación y economía familiar.

Éste es el típico ejemplo de una situación que tiene una respuesta clara desde el punto de vista académico, pero otra casi opuesta desde el punto de la conveniencia política y burocrática. Replantearlo requiere de gobernantes con coraje y capacidad de manejar las tensiones políticas que suscitan las medidas difíciles, así como con el ingenio para lidiar con las desavenencias que podrían derivarse de estas reformulaciones (leont@terra.com.pe).