Desde mediados de diciembre hasta mediados de marzo los alumnos de los colegios peruanos salen de vacaciones. Muchos padres consideran que son vacaciones demasiado largas y que deberían reducirse. En cambio, muchos profesores reclaman que son éllos los que más las necesitan. Sobre este tema conversamos con el Profesor León Trahtemberg en la entrevista didáctica mensual que le concede a Tiempos el Mundo.

T de M: ¿No le parecen muy largas las vacaciones de fin de año?

Creo que es importante diferenciar las vacaciones de los alumnos de las de los profesores. Para los alumnos, 90 días de vacaciones contabilizados desde mediados de diciembre hasta mediados de marzo, es mucho. En los colegios estatales puede ser más aún porque muchas veces recién empiezan las clases en abril. Es demasiado. Sin embargo, hay que considerar que para los profesores las vacaciones solo duran 60 días y hay muchos colegios que solo dan vacaciones en enero y exigen de los profesores que empiecen a trabajar a partir del febrero. En ese caso, para ellos las vacaciones se reducen significativamente perdiendo la oportunidad de darle a los profesores un espacio más amplio de relajamiento para “cargar las baterías”.

T de M: ¿Cómo es en otros países?

El año escolar en países asiáticos dura entre 220 y 250 días, en cambio en el Perú apenas dura 180 días. Además, en los asiáticos estudian 9 a 10 horas diarias y en el Perú solo 7 a 8. Sin embargo, los profesores de esos países tienen más satisfacciones profesionales. Por ejemplo, un mejor sueldo que les permite vivir de un solo trabajo y agotarse menos que los peruanos.

T de M: ¿Y las vacaciones bimestrales que se acostumbran en algunos colegios?

Esa me parece una buena costumbre, porque en lugar de esperar un semestre o un año entero para hacer un corte, eso permite hacer varios cortes pequeños durante el año. Es preferible tener vacaciones cortas entre bimestres y acortar la vacación larga de fin de año. No olvidemos que muchos niños en vacaciones no hacen nada productivo, se desbordan en sus horarios y actividades, se desconectan de sus compañeros, y luego les cuesta mucho trabajo readaptarse a la rutina escolar. En el caso de los niños pequeños se producen retrocesos en sus aprendizajes y hábitos.

T de M: ¿Cuán largas deberían las vacaciones?

Si la escuela fuera un lugar interesante, motivante, entretenido, los alumnos no necesitarían vacaciones. Es más, los niños pequeños no ven las horas de que terminen las vacaciones para regresar al colegio. En realidad el colegio podría estar abierto todo el año, aunque ofreciendo una diversidad de actividades diferentes a las de una simple asistencia a clases para estar sentado en la carpeta todo el día. Sería como un club social, deportivo, cultural. Sin embargo, casi no existen colegios con esas características, de modo que para los alumnos las clases más bien se constituyen en espacios de tensión, conflicto, aburrimiento, exigencia, en cuyo caso las vacaciones cumplen una función terapéutica para que los alumnos no se vuelvan locos en una rutina agobiante.

T de M: : ¿Y en el caso de los profesores?

Ellos son los que más necesitan hacer un alto en el camino para descansar, cambiar de rutina, desahogarse, relajarse, “cargar las baterías” para el período siguiente. Eso es terapéutico para ellos. Evita el excesivo desgaste psicológico y físico. Además la tradición de capacitaciones en el Perú es que en esos meses se concentra la oferta de cursos, y estar en vacaciones permite a los profesores viajar y asistir a ellos.

T de M: ¿Por qué hay tanto desgaste?

En los profesores el desgaste deviene del exceso de trabajo, las exigencias de la disciplina, las presiones de los padres, las autoridades escolares, las relaciones con los colegas, los informes, el papeleo, y cosas de ese tipo que realmente los hartan. Quizá en el Perú no se observe tanto, pero en muchos países todo esto causa un abandono prematuro de los docentes de la carrera. En el Perú, como no hay oportunidades para trabajar en otras cosas, los profesores “se aguantan” y no se retiran, pero eso no quiere decir que estén en bunas condiciones anímicas para ejercer su rol. No pocos profesores maltratan a sus alumnos como una manera de descargar su tensión.
En el caso de los alumnos, las tareas, los exámenes, levantarse temprano, los conflictos sociales en su salón, una relación conflictiva con la autoridad, el fracaso escolar, a veces el clima, los fatigan mucho.

T de M: ¿Cómo se manifiesta este agotamiento?

Por el lado de los profesores, se vuelven más impacientes, poco tolerantes, más distantes de los alumnos. A veces se deprimen lo que lleva a faltar frecuentemente, enfermarse, comer en exceso o muy poco, no dormir bien, tomar alcohol o medicinas, etc. Esto es muy notorio en el último trimestre del año. En el caso de los alumnos pasa algo parecido y su principales manifestaciones son la mala conducta, dejan de estudiar o hacer tareas, se pelean más con sus compañeros.

T de M: En este marco, ¿son buenas los programas de vacaciones útiles?

Por supuesto. Como dije antes, si el colegio fuera entretenido los alumnos no se necesitarían vacaciones. Pero ya que existe este fenómeno de la carga escolar que agobia a los alumnos, proveerles espacios de recreación, entretenimiento, deportes, desarrollo personal, conocer nuevas amistades, etc. les resulta muy útil. Las vacaciones son al año escolar como la hora del recreo es al día escolar.
Por lo demás, hay muchos colegios que ofrecen en sus propias instalaciones esos programas de vacaciones útiles. En esos caso valdría la pena observar cómo los alumnos aprenden divirtiéndose, de modo que se pueda llevar al currículo regular esas actividades.

T de M: ¿qué recomendaría para las vacaciones útiles?

Lo más lógico sería buscar programas de vacaciones útiles que le den al alumno lo que el colegio no les da y que le permitan descubrir o desarrollar sus talentos o intereses. Por ejemplo hay alumnos con gran potencial artístico o deportivo que necesitan el ambiente adecuado para estimularse. En otros casos puede ser una buena idea buscar actividades que reviertan fobias. Por ejemplo, un alumno que aborrece las ciencias, podría ir a un taller que le permita darse cuenta que es divertido, y que no tiene porqué aborrecerla. Un alumno que no le gusta leer, de pronto encuentra un taller de lectura que lo entusiasme. Un alumno que tiene dificultades en algunas asignaturas, puede usar las vacaciones para nivelarse. En otros casos, las vacaciones pueden ser usadas para intercambios estudiantiles, viajes, etc. que pueden ser actividades tan productivas como las que pudiera ofrecer un colegio o taller.
Dicho sea de paso, los talleres vacacionales pueden convertirse en una excelente oportunidad para los alumnos que tienen problemas sociales, ya que pueden encontrar nuevas amistades, lo que puede tener un impacto positivo que va mucho más allá del período vacacional.

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