“El Carácter Define Nuestro Futuro” es una de las expresiones que algunos adultos utilizan para referirse a algunos de los obstáculos que han tenido en su vida para progresar, desmistificando el valor de las notas o la mera inteligencia, tan aplaudida durante su vida escolar.

En un mundo obsesionado con las calificaciones académicas, es crucial recordar que el éxito no se limita a las notas o diplomas escritos en un papel. La inteligencia y el conocimiento son valiosos, sin duda, pero son el carácter y las cualidades personales las que realmente forjan nuestro destino y nos guían hacia nuestras metas más grandes.

Desde temprana edad, se nos enseña que el rendimiento académico es la clave del éxito. Nos esforzamos por obtener las mejores calificaciones, por destacar en los exámenes y por acumular conocimiento. Estas habilidades son indiscutiblemente importantes, pero son solo una parte del panorama completo.

El carácter, por otro lado, engloba una amplia gama de cualidades que van más allá de la inteligencia pura. La perseverancia, la resiliencia, la empatía, la ética, la habilidad para trabajar en equipo y la seguridad personal para plantear propuestas innovadoras son algunas de las facetas que componen nuestro carácter. Estas cualidades no solo nos ayudan a superar los desafíos de la vida, sino que también determinan cómo interactuamos con los demás y cómo contribuimos a la sociedad en su conjunto.

Uno de los aspectos más cruciales del carácter es la perseverancia. La vida está llena de obstáculos y fracasos temporales, y es en estos momentos difíciles donde la perseverancia entra en juego. Aquellos con un carácter sólido no se rinden ante la adversidad. En lugar de eso, siguen adelante con determinación, aprendiendo de sus errores y avanzando hacia sus objetivos.

La empatía, la capacidad de comprender y compartir los sentimientos de los demás, es esencial para establecer conexiones profundas con nuestros semejantes. Las personas con empatía tienden a forjar relaciones sólidas, a resolver conflictos de manera efectiva y a crear ambientes colaborativos en sus vidas personales y profesionales.

La ética y los valores personales también desempeñan un papel fundamental en la definición de nuestro futuro. La inteligencia puede ayudarnos a encontrar soluciones ingeniosas, pero son nuestros valores los que determinan qué soluciones buscamos y cómo las aplicamos. La integridad en nuestras acciones y decisiones personales es una cualidad que inspira confianza y respeto en los demás, lo que a menudo conduce a oportunidades valiosas en la vida.

La seguridad personal, derivada de una fuerte autoestima, autodisciplina, autonomía y sentimiento de ser querido, frente a propuestas propias o de colegas, permite confrontar aun siendo minoría a todas las que no son relevantes, sea frente a los grupos de trabajo o sea que haya que discrepar cordialmente de los jefes, en lugar de mantener el silencio sumiso de tantos otros pares que hace que la empresa pierda sus aportes. En organizaciones de vanguardia, esas cualidades se consideran valiosas

En resumen, mientras que las calificaciones académicas y la inteligencia son valiosas, son el carácter y las cualidades personales las que moldean verdaderamente nuestro futuro. Sería bueno que padres y maestros tomen más nota de estos conceptos a la hora de definir la propuesta educativa que prefieren para el futuro de sus hijos

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