Según Leonhardt del NYT, en los años posteriores a la victoria de Trump en 2016, ha habido un cambio notable hacia la derecha entre los votantes de color, incluyendo asiáticos, negros e hispanos, particularmente entre aquellos sin un título universitario de cuatro años que ven que sus carencias económicas y sociales no son atendidas por los demócratas. Este cambio se ha intensificado desde 2022, con una disminución significativa en el apoyo a los demócratas de estos grupos.

En todo el mundo, los votantes de clase trabajadora de todos los grupos discriminados se han sentido atraídos por un populismo que a menudo se inclina hacia la derecha nacionalista, escéptica con las élites y contraria a los supuestos beneficios de la globalización. La realidad sugiere que la lealtad política de la clase trabajadora  desilusionada con la política convencional y el liberalismo moderno, se está inclinando  hacia aquellos populismos de derecha republicana que se confrontan con los partidos que tradicionalmente lideraban estos conceptos reivindicativos.

En el Perú, la inclinación de los grupos discriminados que usualmente se adherían a  partidos desde el centro hacia la izquierda pensando que se preocupaban más por los sectores vulnerables, también podrían verse atraídos por discursos populistas y  nacionalistas de derecha, desilusionados con sus preferencias pasadas, más aún  recordando experiencias autoritarias previas que en su momento fueron sentidas por ellos como exitosas. El velo de la falta de democracia se ha evaporado como argumento a la luz de la incompetencia de los gobernantes “democráticos” de resolver los problemas de inseguridad, desempleo, insatisfacción por la escasez de servicios públicos de salud y educación.

Los políticos que pretenden gobernar el país deben tener presente estos sentimientos porque dominarán el panorama electoral del 2026