Veinteañeros tiktokeros tendrán al frente candidatos que aún se informan por los impresos de “El Comercio” y “RPP”. La obvia desconexión permite predecir quienes serán los candidatos más populares para ser elegidos del 2026 en adelante.

Los más renombrados analistas políticos y económicos, así como muchos de los habituales candidatos presidenciales o para gobernadores tienen 50 años o más de edad, y entienden el mundo imaginan el desarrollo del país de forma sustancialmente distinta a los veinteañeros.

Por ejemplo, los veinteañeros no han conocido a Sendero Luminoso, la hiperinflación de Alan García, las expropiaciones del gobierno militar de Velasco, todo lo cual está en el recuerdo vivo de los cincuentones que añoran la democracia convencional con todas sus libertades, protecciones y calidades ciudadanas.

Los veinteañeros desde que nacieron han vivido en un ambiente que giró en torno al autoritarismo del fujimorismo y al llegar a su primera adultez han visto sucesiones presidenciales anuales, el pleito continuo entre el Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Ministerio Público, TC, JNJ, Policía, todos ellos cargados de acusaciones de corrupción, que hace que nadie sepa en quién creer y qué creer.

Su experiencia democrática ha sido muy limitada y su realidad es que los servicios públicos no están pensados en servir a la comunidad, tanto en educación, salud, vivienda, seguridad, hay escaso buen empleo y poca atención a los más vulnerables.

Esta brecha tiene un impacto electoral, económico y político muy fuerte, porque obviamente son personas que no entienden esa democracia de la que hablan los más adultos y cómo un país puede tener una mejor vida cuando todos son corruptos y nadie puede creer en nadie.

Según los estudios sociológicos son personas más impresionables por discursos populistas, autoritarios, emocionales y radicales, parte de los cuales aspiran a que alguien venga a poner orden y recomponer las estructuras del estado de modo autoritario, que les permita transitar por referentes más claros y seguros, que es propio de las dictaduras.

Conforme pasan los años, esos veinteañeros y treintañeros tendrán más peso y muchos entregarán su libertad al libertador de turno que tenga como referentes a Bukele, Trump, Putin, Orbán o Xi Jinping.

En un proceso electoral, esta brecha se convierte en un factor determinante. Una parte importante de los jóvenes muestran una mayor disposición a respaldar candidatos que representen sus valores progresistas y sus aspiraciones de cambio, mientras que en el caso de los adultos mayores tienden a ser más conservadores buscando que recuperar la estabilidad política perdida en décadas pasadas.

Ya se vio el caso en Argentina: 70% de votantes de 16-24 años votaron por Milei, y 55% de votantes de 25-34 años. En cambio los mayores favorecieron a Massa, siendo elegido Milei

El desafío para los candidatos de mayor edad radica en conectar con una generación que exige soluciones innovadoras y relevantes para sus realidades.

En última instancia, la brecha generacional en la política refleja una lucha entre el pasado y el futuro, entre la nostalgia por un orden perdido y la búsqueda de un cambio transformador.
Si no se aborda adecuadamente, esta brecha amenaza con perpetuar la incertidumbre electoral y social en el país, dejando a la nueva generación insatisfecha con el rumbo político y social del país, lo cual se traduce en el escepticismo con la democracia y la preferencia por los radicales.

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