El flanco débil de Beatriz Merino quizá sea su falta de influencia en los parlamentarios de Perú Posible, algunos de los cuales son los principales causantes de las crisis de gobernabilidad del país.

Tres hechos recientes abren espacio para el optimismo en la política gubernamental. Los nombramientos ministeriales de Beatriz Merino y Carlos Malpica, así como el mea culpa del presidente Alejandro Toledo.

Beatriz Merino es una profesional de polendas; desde que apareció con el movimiento Libertad dio muestras de solvencia académica y buen temple personal, lo que le valió el respeto de los congresistas en los siete años legislativos en los que ocupó una curul. Puso en agenda el tema del medio ambiente y se ocupó de temas cruciales como mujer, ecología y educación.

Beatriz Merino se arriesgó a aceptar la presidencia de un Gabinete ya conformado sin achicarse y salió pisando firme. Derogó el impuesto a la cultura con lo que se deslindó de Solari y Silva Ruete (a quien los escritores y actores han denigrado como ningún otro actor político o empresarial), pidió la renuncia de Taco Tamo de Petro-Perú, precipitó la definición de la candidatura de Perú Posible a la Presidencia del Congreso y estableció canales de comunicación con los líderes de la oposición. Su flanco débil quizá sea su falta de influencia en los congresistas de Perú Posible, algunos de los cuales son los principales causantes de las crisis de credibilidad y gobernabilidad del país.

Por su parte, Carlos Malpica salió a mejorar las relaciones del Ministerio de Educación con los medios de comunicación y la comunidad educativa, los cuales se exasperaron durante la gestión de su antecesor. Malpica es un educador cantuteño con posgrados en La Universidad de La Molina y en los países de Chile y Puerto Rico. Es amigo personal de Alejandro Toledo, en cuyo entorno ha estado como integrante de la Comisión Presidencial de Educación. Por encargo del presidente participó en las negociaciones con el Sutep y allí estableció vínculos con la dirigencia magisterial que sin duda le serán útiles durante su gestión. Ha sido funcionario internacional con vasta experiencia en planificación de la educación, especialmente en Unesco, y es miembro del Consejo Nacional de Educación y de Foro Educativo, lo que puede facilitarle el acceso directo a una parte importante del liderazgo de opinión educativa de nuestro país. Sus primeras declaraciones han sido prudentes, poniendo énfasis en temas como descentralización, autonomía escolar, carrera magisterial meritocrática y financiamiento estatal de la educación, tal como figura en el Acuerdo Nacional.

Si quiere tener éxito tendrá que distanciarse de la telaraña burocrática y de la cultura de los consejeros ministeriales que usualmente paraliza a los planificadores que olvidan su responsabilidad ejecutiva; así mismo, tendrá que ser drástico con la corrupción principalmente en los órganos intermedios y poner freno al tremendo clientelismo político que desarrolla Perú Posible en los ministerios de los sectores sociales.

La tercera gota de optimismo la trajo el presidente Alejandro Toledo con sus declaraciones a «Panorama» el domingo 6 de julio. Hace tiempo sosteníamos la imperiosa necesidad que el presidente se retractara de sus grandiosas promesas electorales, dando una explicación razonable por los excesos. No solo porque con ello inicia la desactivación de la reiterada frustración ciudadana frente a las promesas incumplidas, sino porque debe ser consciente que él es el primer educador del país. Es la persona más entrevistada, fotografiada, analizada, criticada y pocas veces elogiada, que siempre está expuesta al juicio de la población. Eso lo convierte en un referente para todos los peruanos, especialmente los niños y jóvenes, que necesitan tener al frente a líderes en quienes creer y a quienes admirar. Para no reiterar actitudes que generen desconfianza, le ayudaría mucho al presidente Toledo entender que el peor enemigo que todos pueden tener muchas veces está dentro de uno mismo, y rodearse de gente que se lo haga sentir.