¿Aprobarían Messi, Mandela, Pavarotti, Gaudí, Yves Saint Laurent, Jobs, Sócrates, Bolívar, Churchill o Beethoven las Evaluaciones Censales de Estudiantes peruanos (ECE) o PISA? ¿Hasta cuándo se asociará el sacar puntajes altos en pruebas convencionales con estar “bien educados” y tener un futuro promisorio? ¿Por qué tanto funcionario retrógrado se frena para innovar bajo la sombra de ese manto arbitrario de evaluación, en el que dichos sea de paso, siempre saldremos mal parados?

Se sigue cometiendo el error de pensar que estar bien educados equivale a sacar buenos puntajes en los convencionales exámenes de matemáticas, lectura y ciencias. Esta percepción no guarda ninguna relación con la diversidad de talentos y habilidades que han permitido tener éxito tanto a miles de emprendedores y personajes anónimos como a figuras muy emblemáticas de la historia de la humanidad.

Considere a Messi, con su genialidad en el campo de fútbol, a Mandela con su liderazgo transformacional, a Pavarotti con su voz inigualable, a Gaudí con su arquitectura revolucionaria, a Yves Saint Laurent con su innovación en la moda, a Jobs con su visión tecnológica, a Sócrates con su filosofía inquisitiva, a Bolívar con su estrategia y visión política, a Beethoven con su música trascendental que desafió las limitaciones de su sordera. Marie Curie y sus investigaciones en radioactividad que rompieron las barreras en la ciencia, Frida Kahlo, quien transformó el dolor en arte expresivo, escritores como William Shakespeare y Gabriel García Márquez y su agudeza literaria, Elon Musk con su audacia empresarial y visiones futuristas, Cassius Clay (Muhammad Ali) con su destreza y carisma en el boxeo, y William Churchill o David Ben Gurión con su liderazgo durante tiempos de guerra. Todos ellos representan la cúspide del éxito en sus respectivos campos, pero sus habilidades únicas, esas mismas que los llevaron a la grandeza, difícilmente serían capturadas o valoradas en una hoja de respuestas de selección múltiple.

Daría la impresión que nuestro acomplejado y retrógrado sistema educativo desestima las miles de rutas al éxito y desempeños de los estudiantes con etiquetas equivalentes a “exitosos” o “incompetentes” simplemente porque no encajan en el molde tradicional de «bien educado» y entrenado contestador de exámenes estandarizados.

Es tiempo de reconsiderar lo que significa estar bien educado y cómo evaluamos ese éxito. Necesitamos un sistema que además de abrazar y valorar la diversidad de talentos prepare a los estudiantes para desafíos que poco tienen que ver con pruebas estandarizadas; un sistema que celebre la creatividad, la innovación y las múltiples facetas de la educación para la vida.

Mientras hagamos más de lo mismo, es fácil anticipar que nuestros escolares seguirán estando en el “tercio inferior” de los puntajes de PISA por 10 años más, como ocurre desde hace 20 años, y además de escuchar las lamentaciones y culpas a terceros por parte de los funcionarios responsables habremos sido incapaces de reformular todo lo que se espera que un estudiante aprenda por su paso por la vida escolar

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