Hay muchos noticieros, columnistas, entrevistadores que son muy aburridos o insulsos porque reiteran lo que ya fue preguntado, dicho o escrito por otros, o porque no logran salirse de los datos o argumentos más concretos de algún suceso, o porque reiteran en sus columnas aquello que ya dijeron en las anteriores. Por otro lado, hay algunos columnistas y entrevistados que me despiertan particular interés independientemente de sus posiciones ideológicas o políticas porque se preparan bien y son originales en sus propuestas o confrontaciones. Por ejemplo, cuando se lee a Max Hernández, FOZ, Rolando Arellano, Alberto Vergara, Mario Ghibellini, Fernando Vivas, Mirko Lauer, Aldo Mariátegui o Juan de la Puente (entre los peruanos) uno encuentra esa originalidad que sorprende. Se diluye la frontera entre derecha e izquierda porque se detecta una inteligencia transfronteriza amplía horizontes.

¿Qué tienen en común todos ellos, además de su inteligencia y excelente formación profesional, que hace que sean atractivos para ser escuchados o leídos? Pienso que es su capacidad de sorprendernos por la originalidad de pensamiento, la seguridad y fuerza interna que tienen para decir lo que piensan y el talento para comunicar de modo inteligible sus ideas; pero, sobre todo, su capacidad de provocar nuestro pensamiento porque “dicen B cuando todos dicen A”.

¿Se imaginan ustedes ser profesores de un salón de clases donde hubiera 20 alumnos como los mencionados?. El profesor convencional se volvería loco. Diría que le ha tocado un salón de indisciplinados, trasgresores, rebeldes, díscolos, cínicos, malos alumnos, que no contestan en los exámenes lo que el profesor les enseñó, que todo el tiempo se quieren salir de lo establecido en el programa, y que por lo tanto son merecedores de recetas de Ritalin, terapias psicológicas o hasta una pasantía por Maranga. Esos alumnos en las pruebas estandarizadas sacarían notas desaprobatorias por lo que tendrían que repetir de año varias veces hasta ser aprobados por compasión ó expulsados por mayoría de edad, aunque probablemente aprenderían los trucos para aprobar sin demasiado sacrificio. Probablemente no podrían aprobar los exámenes de admisión memorísticos y mecanizados en los que la elaboración intelectual y formulación de opiniones originales no tendría cabida alguna. En suma, serían buenos candidatos para Harvard, Singularity o Aalto pero no para las universidades peruanas.

El reto del Perú es tener colegios cuya filosofía educativa promueva la existencia de ese tipo de alumnos en las aulas, con profesores preparados para provocarlos, respetarlos y acogerlos, que entiendan que la creatividad y originalidad se promueven no haciendo “más de los mismo” sino procurando romper las fronteras de lo establecido y formulando ideas que lo confrontan.

La desgracia del Perú es que usualmente tanto los colegios públicos como los privados con vocación estandarizadora, examinadora y uniformadora los consideran marginales y tienden a hacerlos sentir “outsiders”, obligándolos a formatear sus mentes hacia las formas estandarizadas de aprender y comportarse para ser “buenos alumnos”. En lugar de preguntarse cómo potenciar sus talentos se preguntan cómo se logra que se alineen con lo convencional. En lugar de abrir espacios para la deliberación profunda de los temas polémicos, se procura avanzar rápido para cumplir el programa. Con ello, desde pequeños, se anestesia a muchas mentes brillantes.

Dicho sea de paso, le sugiero a las universidades peruanas preguntar a los colegios respecto a alumnos muy talentosos y brillantes pero que no logran ingresar con los sistemas de admisión convencionales. (Yo conozco varios). Quizá eso les ayudaría a darse cuenta cuánto talento están dispuestos a perder -y que el país pierda- por no saber cómo identificarlos y acogerlos paraque pongan su talento al servicio de la ciencia, academia y sociedad peruana.

Se sigue hablando de educación siglo XXI con paradigmas y fórmulas del siglo pasado, mientras el ChatGPT en 30” supera largamente los puntajes que obtendría cualquier postulante bien preparado para ingresar a una universidad peruana.

Quién sabe los colegios y examinadores de admisión cambiarían sus enfoques si es que se actualizaran las expectativas de los padres y autoridades sobre lo que significa aprender, girando del siglo XX al siglo XXI, valorando la originalidad y criticidad en lugar de la uniformidad y el conformismo.

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