Escuchando los comentarios predecibles y reiterativos de los futbolistas y comentaristas peruanos luego de cada mal juego, (negando además fricciones entre jugadores), los políticos del ejecutivo diciendo que no gobiernan en función de encuestas y que les preocupa la corrupción y la atención oportuna a la población, a los legisladores creando versiones de por qué sancionan a unos y no a otros en la comisión de ética y en general, dando argumentos sobre su acción política al servicio al país; a los “con mis hijos no te metas” hablando de su preocupación por los valores (que parecen no incluir la humildad, compasión y respeto al prójimo), etc. se me viene a la mente un diálogo entre Bill Cosby (hoy condenado a prisión por abuso sexual) y su hija registrado en un video de una escena de su programa de televisión que circuló hace poco, en el que trata de explicarle a su hija cómo vienen al mundo los bebés y cuál era su rol como ginecólogo. Es algo así:

Dr: mi trabajo consiste en sacar del vientre de la madre al bebe que llevan allí

Hija: pero a los bebes los trae la cigüeña

Dr: bueno, la cigüeña mete al bebe en el vientre de la madre y yo luego lo saco de allí

Niña: no, la cigüeña lleva al bebe al hospital, a la incubadora, y de allí lo saca la mamá

Dr: entonces, ¿por qué la mamá engorda tanto?

Niña: porque come mucho

Dr: ¿por qué entonces viene al hospital y no a la casa de la mamá?

Niña: porque la casa queda muy lejos y la cigüeña se cansa, por eso va al hospital

Dr: ¿de dónde saca la cigüeña los bebes?

Niña: del cielo

Dr: habiendo millones de bebes en el cielo ¿cómo sabe la cigüeña qué bebe le corresponde a cada mamá?

Niña: es que los bebes están en línea esperando su turno. Para las mamás es como cuando van a la panadería y sacan un ticket para esperar tu turno de atención. La cigüeña identifica así a cada mamá

Dr: entonces ¿por qué si le pongo la mano sobre el vientre de la mamá siento que hay algo allí que se está moviendo?

Niña: esos son gases

Dr: OK, entiendo, según tú me ocupo de sacar gases del vientre de las madres…

Me pregunto ¿será que los futbolistas, políticos y ministros que explican su conducta nos hablan como esa niña tratando de persuadir a la población de que hay perfecta consistencia entre lo que piensan, dicen y hacen a pesar de que en el mejor de los casos se trata de pura fantasía? ¿No es suficiente ya de creer que Dios es peruano y nos salvará de los males que los hombres provocan y no resuelven?

Los conflictos sociales, el estancamiento de la economía, el deseo de “que se vayan todos”, la agresividad en las redes, parecen aludir más bien a la reacción de la población ante esta disonancia entre las explicaciones mágicas de los líderes y los hechos de la vida real.

Una gran revolución educativa para el Perú sería hacer de la verdad y transparencia un valor, por doloroso que sea lo que haya que decir. Eso ayuda a confiar, a saber dónde uno está parado, a qué atenerse, y en qué dirección remar para salir a flote colectivamente.

Quizá esas cualidades son las que debemos cultivar más en nuestros entornos y espacios educativos, y usarlas como guía al elegir a nuestros representantes, para salir del estancamiento pantanoso en el que parecemos estar. Quien sabe terminen ganando más votos y popularidad quienes se acerquen más a exhibir estas cualidades.

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