Los fujimoristas han tenido éxito en persuadir a muchos que la economía peruana estuvo bien encaminada en la década pasada, y que los problemas suscitados han sido más bien de orden político e institucional, por lo que hay que continuar lo uno y corregir sólo lo otro. No pocos fujimoristas compartían la tesis que un 100% de liberalismo en lo económico y un 10% de libertad en lo político era un buen modelo político-económico para sacar adelante al Perú, y que algunas trasgresiones constitucionales o legales eran perdonables en haras de lograr la estabilidad política y económica. Muchos empresarios y políticos han estado repitiendo loas al modelo económico, como si éste fuera un inquebrantable dogma de fe y la única alternativa frente al desastre del omnipresente intervencionismo estatal, la hiperinflación y el desconocimiento de las obligaciones de pago que exige la deuda externa.
Como no soy economista le pregunto a los defensores del modelo peruano ¿cuáles fueron los logros económicos?
Necesito que me expliquen el acierto que significa que nuestra deuda externa se haya reducido un poco aunque con oscuras operaciones de recompra de duda, que hay mucho más desempleo y pobreza que antes, que los niveles remunerativos de quienes tienen empleo han caído, que los precios de los servicios privatizados han aumentado, que los bancos son los nuevos dueños de muchas empresas que están prácticamente quebradas, que las «coimisiones» son costos fijos en muchos rubros, que los daños al manejo político, institucional y económico del país que ocasionan el narcotráfico y la corrupción van alcanzando a los del terrorismo, que los medios de comunicación han sido esclavizados por las ataduras económicas de la publicidad estatal, que el chantaje económico, tributario y judicial han acallado los reclamos de los líderes empresariales, que el presupuesto ha dedicado largamente más recursos a la defensa militar que a la defensa cívica de los derechos ciudadanos que dependen de las partidas que se asignan a la educación y la salud , que el innecesario déficit fiscal del semestre pre-electoral lo tienen que pagar con mas impuestos todos los peruanos, que la privatización ha pulverizado propiedades públicas produciendo un escaso retorno social y elevadísimos costos de intermediación, etc.

EDUCACION
En el sector educación tenemos más colegios de material noble que antes, pero profesores en las peores condiciones de formación y remuneración de la historia republicana, ninguna comunicación seria entre los funcionarios ministeriales y los representantes del magisterio y las instituciones de la sociedad no gubernamental, inmoral manejo de la información de los que dispone el Ministerio de Educación, incluyendo aquellas sobre evaluaciones del rendimiento de profesores y alumnos, licitaciones amañadas, etc.
Hasta donde yo entiendo, entre los requisitos para que funcione una economía de mercado están la transparencia y divulgación de la información estatal, un control judicial correcto para impedir o sancionar las trasgresiones, una auditoría permanente de las licitaciones para que haya competencia equitativa, instancias de apelación que resuelvan las irregularidades, el derecho a expresar libremente las discrepancias sin que los funcionarios de turno amedrenten a los disidentes.
¿Podemos decir que esto ha caracterizado el modelo económico peruano?
¿Podemos pretender que un modelo económico sea aislable del ejercicio legal y ético del poder? ¿Podemos asumir que el modelo económico sea el fin supremo de la nación, así pisotee los derechos humanos y cívicos de millones de peruanos? En mi opinión, si en la macroeconomía estamos bien y en la microeconomía estamos mal, algo anda mal en este modelo. Si el modelo económico no es entendido como la otra cara de la moneda del bienestar nacional, se seguirá sacrificando el bienestar de los peruanos en haras de «cuadrar las cifras macroeconómicas» y contentar a algunos grupos de poder.

REFLEXION
Seguramente muchos economistas dirán «el modelo es bueno pero sus ejecutores han sido malos». Quizá llegó el momento que los peruanos diseñemos un modelo que aunque se llame liberal en lo económico y social, ponga el bienestar de los peruanos en la cabeza de la agenda nacional. Que respetando las reglas del libre mercado garantice el colchón social con una ayuda no manipuladora, que permita soportar los períodos de transición o ajuste. Que a la par que privatiza y liberaliza los precios, garantice los contrapesos que protejan a los usuarios. Que aliente las inversiones pero impidiendo las estafas o las explotaciones a los consumidores. Que impulse una mayor recaudación pero que la destine a la educación y a la salud. En suma, un modelo que responda a un nuevo pacto social que procure que las políticas liberales no se constituyan en una ventaja para unos pocos y una desventaja para la gran mayoría.