El Presidente Fujimori, al frente de muchos políticos, funcionarios y empresarios que piensan igual, varias veces ha despreciado la capacidad de los intelectuales para aportar algo útil al desarrollo del país, por lo que ha preferido colocar en los cargos principales a «gerentes» pragmáticos y efectivos, que dicho sea de paso, pocas veces lo han sido.
El momento político parece apropiado para hacerles ver a quienes pensaban así, que si hubieran confiado algo más en las capacidades de los intelectuales, hubieran podido prever nueve años atrás los desarrollos de los últimos años y que ahora seguramente lamentan.
Los historiadores les hubieran enseñado cómo suelen nacer, crecer, desarrollarse y caer las dictaduras civiles o militares, como ocurrió con Hítler, Mussolini, Pinochet, Videla, Ceausescu, Strossner, Somoza y ocurrirá con varias más en los países árabes si no se democratizan. (Es prematuro aún para saber si Fidel Castro será una excepción).
Los filósofos les hubieran explicado cómo la falta de una ideología y axiología coherentes condena a los gobernantes a desviarse de sus fines originales y actuar según convenga electoralmente, para caer en la corrupción y el fracaso.
Los psicólogos les hubieran explicado cómo el peor enemigo que tienen las personas poderosas es su propia omnipotencia y sentimiento mesiánico o de infalibilidad, que poco a poco las va llevando a distanciarse de su sentido humano, transgredir normas, violar derechos y caer en corrupciones, creyendo que el «fin justifica los medios» y que no hay que rendirle cuentas a nadie.
Los politicólogos les hubieran explicado que no se construye democracia sin alternancia en el poder, porque cuando un liderazgo tiene conciencia que su período gubernamental es efímero, trata con mucho más respeto a la prensa y a la oposición, y tiene muchos más frenos frente a la corrupción y la impunidad. Tener en la conciencia que «dentro de 5 años estaremos fuera y serán otros los que gobiernen» se constituye en un excelente freno ético y cívico para cualquier trasgresión.
Los economistas les hubieran dicho (como lo hicieron algunos) que sin división de poderes y sin un poder judicial sólido, justo y confiable, no habrá empresas que hagan grandes inversiones, exceptuando aquellas de alto rendimiento en muy corto plazo, que suelen protegerse contratando personalidades cercanas al poder.
Los religiosos les hubieran explicado que la natural tentación a cometer faltas o pecados se puede vencer si uno tiene una conciencia moral muy sólida, si uno procura disponer siempre de espacios de reflexión sobre lo trascendente, y si uno tiene presente a Dios en sus actos.
Los educadores les hubieran dicho (como lo hemos hecho algunos reiteradas veces) que lo que se ha estado haciendo con la educación peruana no la iba a conducir a ninguna parte, como efectivamente ha ocurrido y lo demuestran los resultados de las pruebas nacionales y comparaciones internacionales respecto a la medición de la calidad de la educación. Les hubieran dicho que las experiencias regionales y mundiales muestran que para que un país salga de la «cola» para acceder a la «cabeza» no puede hacer «lo que todos hacen» sino crear su propia vía, con creatividad, invirtiendo en cosas originales con bajo costo y tremendo efecto multiplicador. Les hubieran ilustrado respecto a que un Ministerio de Educación cuyos más altos funcionarios rara vez son educadores, tenderá a aferrarse a modelos burocráticos, reglamentaristas y controlistas, porque no tienen la experiencia previa, la intuición educativa y la capacidad de asumir riesgos por las iniciativas originales, que son aptitudes que sí suelen tener quienes día a día lidian con la innovación educacional. Les hubieran reiterado que esconder la información de los hallazgos de las mediciones del rendimiento escolar no sólo es inmoral, porque se hace para engañar a la opinión pública, sino además es ineficaz, porque no permite el debate abierto sobre qué pasa y qué hacer para mejorar la educación.
También los intelectuales que proceden de los campos de la ciencia y las profesiones liberales hubieran aportado mucho porque siempre los pensadores, desde la ventana de su especialidad, tienen una mirada diferente capaz de enriquecer el saber común.

Reflexión

El Perú está culminando un ciclo de experiencias políticas altamente improductivas. Por creer que unas cuantas personas entienden y piensan mejor que todo el resto de los peruanos en todos los campos, se han perdido los aportes de tantas personas hábiles, entre ellas los intelectuales, cuyo pecado principal era el de no identificarse incondicionalmente con el líder Fujimori. Ojalá los próximos gobernantes sepan valorar más los aportes de los intelectuales y ojalá que los intelectuales, aunque estén en condiciones desfavorables, nunca dejen de asumir sus responsabilidades y de procurar hacer escuchar su voz.