Muchos colegios han adoptado políticas que prohíben el uso de celulares durante las clases. En EE,UU, Francia y Perú -entre otros se ha legislado esa restricción. Los estudiantes deben entregar sus teléfonos al comenzar la jornada, pero ¿qué sucede con aquellos que traen más de uno o que usan otros dispositivos para conectarse a internet de forma discreta? Los relojes inteligentes, las laptops con acceso a internet, las gafas con conexión, son herramientas que pueden escapar fácilmente a la vigilancia tradicional. En este escenario, el enfoque en la prohibición parece perder de vista la cuestión de fondo: la falta de interés de los alumnos en lo que ocurre en el aula.

Los alumnos de hoy necesitan algo más que el formato tradicional de enseñanza. En lugar de restringir el uso de tecnología, ¿por qué no integrarla de forma significativa en el proceso educativo? Los dispositivos conectados pueden ser aliados poderosos en la educación si se emplean para realizar actividades interactivas que capten la atención de los estudiantes. Encuestas en tiempo real, juegos educativos o proyectos colaborativos en línea son solo algunas de las formas en las que se podría hacer que el aula sea un espacio dinámico y atractivo.

No se trata solo de prohibir el uso de celulares, sino de ayudar a los jóvenes a comprender cuándo y cómo la tecnología puede ser una distracción, y cuándo puede ser una herramienta útil. Involucrarlos en la creación de normas y políticas sobre el uso de dispositivos puede generar un sentido de responsabilidad compartida, en lugar de imponer reglas desde arriba.

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