En la ponencia sobre financiamiento de la educación de José Pablo Arellano (ex ministro de Educación de Chile y actual consultor de CEPAL) presentada en la reunión de Orealc-UNESCO de fines de agosto en Chile, sostuvo que hacia 1996 América Latina recién había recuperado el PBI per cápita que tuvo en 1980, y que la creciente estabilidad macroeconómica de la región contrastaba con su enorme inestabilidad microeconómica debido principalmente a los tremendos cambios tecnológicos. Considera que el sistema educativo deberá soportar en los próximos 15 años diversas demandas como el mejoramiento de la calidad de la educación primaria y secundaria (reduciendo repitencia, mejorando aprendizajes y aumentando el tiempo efectivo de escolaridad) y la expansión de la cobertura de inicial y superior, todo lo cual implica inversión de recursos.
Para decidir en qué y cuánto se va a invertir hay que considerar varios datos.

UNO.- La población menor de veinte años se reducirá en 7% los próximos 15 años.

DOS.- El costo promedio de la secundaria es 30% más que la primaria. En la superior, países como Brasil y Argentina invierten diez veces más per cápita que en primaria, mientras Chile y México cuatro veces más. En la OECD se invierte 2.5 veces más.

TRES.- En la OECD la inversión por alumno es 19% del PBI per cápita mientras que en América Latina el promedio es 12%. Por lo tanto, si se elevara la actual inversión educacional en 50%, América Latina llegaría a niveles de la OECD.

CUATRO.- El gasto público en América Latina pasó del 3.9% del PBI en 1980 al 4.6% en 1997, comparado con un 5.1% constante en los países desarrollados. Si se aumentaran los recursos públicos dedicados a educación en 1.5% del PBI en los próximos 15 años, se podría duplicar la cobertura de la educación superior y elevar en 50% la cobertura de secundaria. Alternativamente, la misma inversión elevaría en 50% los recursos actualmente invertidos por alumno en primaria y secundaria.

CINCO.- En la OECD la contribución privada a la educación es 1.6% del PBI mientras que en América Latina bordea el 0.5% del PBI (en Chile llega al 2.7% y en Corea llega al 2.9%). Esto indicaría que la educación permanente descansará mayormente en recursos privados.

SEIS.- El salario inicial en primaria en América Latina se ubica entre 60% y 160% del PBI per cápita, lo que da un promedio similar al de la OECD que es 110%. Si el PBI per cápita creciera 3% en los próximos 15 años y la mayor parte de ello se destinara a mejorar las remuneraciones docentes, sus ingresos aumentarían en 56%.

SIETE.- Si ingresaran nuevas tecnologías a la educación demandarían grandes inversiones y cuando menos un 20% para capacitaciones y otro tanto para soporte técnico y mantenimiento.

OPORTUNIDADES
¿Dónde están las oportunidades para mejorar? Habida cuenta que a igualdad de inversiones hay grandes diferencias en los resultados, debemos ubicar las actividades y estrategias que tiene el mayor impacto social y efecto multiplicador en el mediano y largo plazo. Estas deben tener prioridad y garantía de financiamiento continuado en el largo plazo para evitar retrocesos. Además, para mejorar calidad a igualdad de inversión, se pueden ensayar nuevas fórmulas de financiamiento público para vincularlo con los resultados de los aprendizajes y logro de objetivos institucionales.

REFLEXION
Del estudio de Arellano se desprende que cuando el Perú gasta 20% del presupuesto público en educación o 3.5% de su nuevo PBI (sin considerar los recursos privados que llegan a 1.5% del PBI en la educación privada y un 1.1% del PBI adicional en la educación pública), se llega en valores absolutos solamente a un promedio de 240 dólares anuales por alumno. Aún mejorando en 50% las remuneraciones, en los próximos 15 años estaríamos en uno de los niveles remunerativos más bajos de América Latina y más bajos aun frente a los países desarrollados. Esto se debe a que el Perú es un país muy pobre y relativamente muy poblado, lo que hace que tengamos una inversión educacional per cápita muy baja. Esto parece condenarnos a no poder mejorar sustantivamente las condiciones de vida de los profesores, lo que limitará severamente la selección de los recursos humanos dedicados a la educación y la calidad del trabajo que pueden desarrollar.
Este círculo vicioso condenatorio -casi perfecto- sólo podrá romperse con estrategias muy originales y creativas, en un ambiente de tremenda mística para el cambio educacional, lo que constituye ante todo un gran desafío para la intelectualidad y la clase política peruana que deben concebir los posibles caminos para salir adelante.