Mediante los premios las instituciones le reconocen a las personas sus méritos, con el doble propósito de halagarlas por sus logros y relevar sus virtudes ante la opinión pública. Premios como el “Oscar”, “Gramy”, “Cervantes”, “Reina Sofía” o el “Nobel” por citar solamente algunos muy conocidos, marcan un hito para quienes lo reciben estableciendo para ellos un clara diferenciación entre el “antes” y el “después” del premio. De menor resonancia que los premios internacionales son los premios nacionales, los cuales aunque tienen una envergadura más local, son igualmente importantes para el cultivo de los valores a los que aspira cada país. Un país que no reconoce a sus baluartes es un país mezquino, sin norte, incapaz de señalar cuáles son los paradigmas con los que se identifica.
En el Perú lamentablemente hay muy pocos premios y reconocimientos para la enorme gama de actividades que se realizan, cuyos representantes más distinguidos merecerían un reconocimiento. Entre los de iniciativa privada tenemos por ejemplo el “Premio Cosapi”, “Creatividad Empresarial”(UPC), “Horacio” (Derrama Magisterial) y “Copé” (Petroperu). Entre los de iniciativa pública tenemos los “Laureles Deportivos” para atletas y deportistas que consiguen medallas olímpicas o las “Palmas Magisteriales” que otorga el Ministerio de Educación. Sin embargo, todos estos premios tienen en común el hecho que el candidato tiene que presentarse o ser presentado por sus allegados al jurado calificador. Eso deja fuera a todos aquellos que teniendo merecimientos de sobra no son calificables porque no se presentan por propia iniciativa o porque no gozan de las simpatías del gobernante de turno.
El reparo a este tipo de premios está en el hecho de que en lugar que las instituciones privadas o estatales nombren un jurado para que busque a los exponentes más distinguidos de la actividad a premiar, se limitan a evaluar a los postulantes que deciden postularse. Una de las excepciones es la del “Premio Jerusalem de Periodismo” que desde hace 21 años viene otorgando la “Asociación Judía del Perú” a los periodistas de prensa, radio y televisión que a juicio del jurado merecen el premio. En sus bases se establece que “estas distinciones se confieren anualmente a personalidades de la prensa nacional cuya independencia y trayectoria contribuyen a fortalecer en el Perú los principios democráticos y los ideales de libertad, justicia y paz, valores que la Comunidad Judía comparte y promueve. Se otorga, además, en mérito al ejercicio de la labor de comunicación social con altura y respeto a la dignidad de las personas, patrocinando la formación de una mentalidad pluralista, tolerante y solidaria que orienta a construir un país cada vez mejor. En los considerandos para la entrega de éstas distinciones el jurado también pondera su contribución al fomento de la amistad entre el Perú, Israel y el Pueblo Judío”.
Es difícil precisar año a año quién es el perfecto merecedor del premio. Para ello el jurado delibera intensamente. Pero sin duda si se consideran en conjunto a todos los periodistas que a lo largo de los años se han premiado, sin duda se encuentra a distinguidísimos periodistas nacionales. Así por ejemplo han sido premiados cuatro periodistas que laboraban en “Expreso” -Manuel D´Ornellas, Rosario Abrams, Jaime de Althaus y Uri Ben Shmuel- y junto con ellos varios otros de diversos medios como Cesar Miró, Hugo Guerra, Juan Paredes Castro, Manuel Romero Caro, Alejandro Miro Quesada, Luis Agois Banchero, Guido Lombardi, Raul Vargas etc.
Este año la elección del jurado ha recaído en tres notables hombres de prensa: Enrique Zileri (Caretas), Zenaida Solís (CPN) y Bernardo Roca Rey (Canal “N”), quienes serán premiados en una ceremonia especial el 7 de diciembre. Junto a ellos se rendirá un homenaje especial a dos queridos periodistas fallecidos este año. Yaacov Hassón, recordado hombre de prensa del Comité de Relaciones Humanas de la Asociación Judía del Perú, y Gustavo Mohme Llona, distinguidísimo periodista y Director-Fundador de “La República”.

REFLEXION

Valga la oportunidad para recomendarle a las autoridades públicas del Perú y a los gremios e instituciones privadas, la instauración de premios y otras modalidades de reconocimiento que sirvan de estímulo a las personalidades del Perú y a las instituciones cuyas obras hacen historia y que no siempre tienen la debida presencia en los medios de comunicación. Sean científicos, académicos, profesionales, técnicos, deportistas o artistas, el Perú necesita identificar y respaldar a su masa crítica de personalidades que sirvan de luz para los demás peruanos. Además, necesita crear una cultura del reconocimiento que es propia de un país que lejos de expresar mezquindad adopta actitudes de reconocimiento y generosidad.