Mi querido hijo, desde pequeño hacías preguntas sobre el porqué de las cosas injustas que veías a tu alrededor. Te detenías a mirar a los mendigos en la calle y querías entender por qué nadie hacía nada. En el colegio, no podías soportar ver cómo algunos compañeros eran ignorados o burlados sin razón. No te conformabas con explicaciones vacías, no aceptabas “es complicado” o «así es la vida» como respuesta. Siempre buscaste más allá de lo obvio, con esa mezcla de rabia y compasión que solo tienen quienes realmente ven el mundo con el corazón despierto.

Hoy me dices que el mundo te duele, que la indiferencia te frustra, que no entiendes cómo hay quienes pueden ver injusticia y seguir adelante como si nada. Quieres hacer algo, pero no sabes cómo. Y yo, que he visto tus pasos desde el primer día, quiero decirte algo que he aprendido a lo largo de los años: el cambio no siempre viene en grandes gestos, sino en pequeños actos de valentía y perseverancia. A veces, una palabra de aliento a alguien que se siente invisible, la decisión de defender a quien no puede hacerlo por sí mismo o simplemente escuchar de verdad cuando los demás solo juzgan, ya están cambiando algo. Cuando compartes tu merienda con un amigo que olvidó la suya, cuando corriges una injusticia en lugar de mirar hacia otro lado, cuando le das tiempo a alguien que se siente solo, cuando visitas a un enfermo desolado, estás moviendo el mundo en la dirección correcta.

No necesitas ser un genio ni esperar a tener poder o dinero para hacer la diferencia. Cambiar el mundo empieza con una decisión, con la voluntad de no quedarte de brazos cruzados, con el coraje de actuar aunque parezca que lo que haces es apenas una gota en el océano. Porque es en esas pequeñas acciones donde se teje el verdadero cambio.
No dejes que nadie te diga que tus sueños son imposibles. Lo que hoy parece una idea descabellada, mañana puede ser la chispa que inspire a otros, la pieza clave de un movimiento, el inicio de algo más grande de lo que imaginas. Piensa en cómo cada vez que has mostrado empatía cuando era más fácil ignorar, cada vez que has elegido ser honesto cuando mentir era más conveniente, cada vez que has preferido pensar por ti mismo en vez de seguir la corriente, has sido un ejemplo de la transformación que el mundo necesita.

Si te acercas a dar apoyo a alguien que se siente solo e intimidado, para esa persona, su día ya cambió. Y quién sabe si también sus siguientes días, su confianza en sí mismo o incluso la forma en la que se relacionará con los demás a partir de ese momento. Nunca subestimes el impacto de un solo gesto de bondad.

El mundo necesita tu voz, tu creatividad, tu pasión. No tengas miedo de equivocarte ni de empezar sin saberlo todo. Lo importante es avanzar, aprender en el camino y rodearte de quienes crean en ti. No necesitas cambiar el mundo entero de una vez, basta con que empieces por un rincón, con que hagas la diferencia donde estés, con que pongas tu corazón en lo que haces.

Y pase lo que pase, hijo mío, nunca olvides esto: tú tienes el poder de cambiar el mundo, un paso a la vez.

Con todo mi amor, Mamá

https://www.facebook.com/permalink.php?story_fbid=pfbid0ko6HpXXVsZPYEArfgkXpj2gU4nPEvUaMm6R1KvXtMeHkX4Fo33J51tAXZKhphSHnl&id=100064106678628

https://www.facebook.com/leon.trahtemberg/posts/pfbid02fpzeWfdsQFiiyZq24x6F4G1xXWRpb2wbmVBx8YJpPXc1Fdm7PEZWWnAY6d22BQJxl

https://x.com/LeonTrahtemberg/status/1895822399893094790

https://www.linkedin.com/feed/update/urn:li:share:7301588370051215361/