En las últimas décadas han aumentado simultáneamente la violencia juvenil y los contenidos violentos que se presentan en los medios de comunicación, especialmente en la televisión, por lo que muchos investigadores han deducido que hay una relación efecto-causa entre ellos. Si eso puede demostrarse fehacientemente, los gobernantes, políticos y autoridades educacionales tienen la mesa servida para hacer algo al respecto.

Lo que se conoce hasta hoy es que los medios no solo son espejos que reflejan la realidad, sino que son en sí mismos canales que la canalizan y modelan, con lo que orientan las tendencia culturales, las visiones del mundo, las creencias, y producen esterotipos. También se conoce que los espectadores no son igualmente influenciables por las imágenes televisivas ni para llegar a la fusión de las imágenes con la realidad, ya que las causas primarias de las conductas agresivas se encuentran en el entorno familiar, la personalidad individual, los grupos de pares y especialmente las condiciones socio económicas en las cuales se desarrollan los niños y jóvenes.

 

TEORIAS
Las principales teorías que se ocupan del impacto de la violencia de los medios fueron reseñadas en el Boletín del Proyecto Principal de Educación de Orealc Unesco (#49, Santiago de Chile, agosto de 1999), en los antecedentes de la investigación que hiciera el experto holandés Jo Groebel a pedido de Unesco. Ellas son:

1) Teoría del “Aprendizaje Social”, de Albert Bandura, que dice que dado que la mayor parte de lo que la gente aprende lo hace a través de la observación e imitación, los modelos que presentan los medios influyen en la integración que los niños hacen de ellos en sus propias conductas. Además, si observan repetidas veces que las conductas agresivas tienen éxito, creerán que eso también es verdad para sus propias vidas.

2) Teoría del “guión” de Rowell Huesmann y Leonard Eron, que sostiene que el televidente expuesto frecuentemente a la violencia televisiva puede llegar a creer que la violencia es una parte normal y adecuada de la sociedad moderna.

3) Teoría de la “frustración-agresión” de Leonard Berkowitz, que sostiene que si los televidentes han sufrido una frustración en su vida real (castigos, insultos, golpes) éllos “leen” la violencia en los medios como una señal para canalizar su frustración a través de la agresión.
4) Teoría de la “catársis” e “inhibición”que en oposición a la anterior es planteada por Seymour Feshbach bajo la premisa que la observación de conductas agresivas en otros (cine, TV) reduce las conductas agresivas propias. El temor al castigo visto en otros reprime las propias conductas agresivas. Sin embargo Feshbach sostiene que eso ocurre en contextos muy específicos y que de todos modos hay grandes riesgos de efectos negativos.

5) Teoría de la “excitación-transferencia” de Dolf Zillman, que sostiene que las escenas de acción y violencia en los medios llaman la atención del espectador y crean un pequeño “efecto estimulante” (especialmente en los varones), que lleva a reaccionar más agresivamente.

6) Teoría de la “brújula” de Jo Groebel, que sostiene que dependiendo de las experiencias ya existentes, del control social y el entorno cultural, los contenidos de los medios ofrecen una orientación y referencia para darle dirección a la conducta de los espectadores. Ellos no adoptan a su propia conducta todo lo visto, pero sí miden su conducta en relación a la de los modelos que aparecen en la pantalla.

Junto a estas teorías hay otros aportes como el del efecto de la “exposición por períodos largos” de Edward Donnerstein, Neil Malamuth y Donald Linz, quienes sostienen que la exposición a escenas e imágenes violentas y sangrientas reduce la empatía por las víctimas reales de la violencia. La ansiedad del televidente ha sido estudiada por George Gerbner y Jo Groebel demostrando que la frecuente percepción del mundo como amenazador y peligroso lleva a actitudes más temerosas y cautelosas frente al entorno real. Entonces, los espectadores desarrollan una visión ansiosa frente al mundo y tienen dificultades para distinguir la realidad de la ficción.

REFLEXION
No podemos cambiar la realidad de la omnipresencia de la televisión en nuestras vidas pero sí podemos intentar controlar aquellos de sus efectos que sean perniciosos y reproductores de violencia. Un buen debate sobre el tema, el desarrollo de códigos de conducta para profesionales y productores, y la inserción de formas innovadoras de educación para los medios, pueden llevar a crear las normas que sirvan de referencia a los medios y los mecanismos de protección para que los usuarios sean competentes y críticos. Algunos países ya están avanzando en esa dirección.