En reiteradas ocasiones he sugerido la desactivación del SíseVe porque considero que es un invento tóxico para la vida escolar de los alumnos y sus maestros. Este sistema genera más problemas de los que resuelve, si es que resuelve alguno. Incrementa las denuncias a maestros y las fricciones y contradenuncias entre alumnos y entre las familias de los denunciantes y denunciados. Además, independientemente de la validez de las denuncias, deja manchas descalificadoras en los niños y jóvenes involucrados que, al quedar registradas digitalmente en sus expedientes personales, afectan su futuro, ya sea que hayan sido inocentes o participantes de conflictos escolares menores propios de la edad.

Esto me lleva a una pregunta: ¿cómo sería un equivalente al SíseVe para los padres? Un sistema donde los profesores pudieran denunciar a padres insolentes, agresivos, corruptores, chantajistas, drogadictos, morosos, impuntuales, indiferentes, acosadores, pedófiles, violentos con la pareja o los hijos, o simplemente incompetentes en su rol de cuidadores.

Imaginemos que esas denuncias figuraran en un registro digital accesible para empleadores o bancos al evaluar su idoneidad como candidatos a un trabajo o como sujetos de crédito. ¿Considerarían los padres que este sistema los beneficia? ¿Creerían que resuelve los problemas denunciados? ¿Aceptarían este sistema como justo?

Un sistema así, hipotéticamente, podría parecer una herramienta útil para los burócratas de escritorio que lo diseñaron, al pensar que disuadiría ciertas conductas problemáticas de los padres hacia los profesores y las escuelas. Sin embargo, en la práctica, las consecuencias negativas serían amplias y profundas.

La posibilidad de estigmatizar a padres inocentes por acusaciones infundadas o malinterpretadas es tan real como ocurre con los alumnos y maestros en el SíseVe actual. La opción de rectificación para padres que toman consciencia de la necesidad de cambiar su actitud quedaría siempre ensombrecida por las manchas de su historial. Además, un registro como este no sería capaz de captar los matices necesarios para entender las circunstancias de un comportamiento. Peor aún, la percepción de vigilancia y juicio constante erosionaría las relaciones entre familias y escuelas, generando rechazo masivo y desconfianza.

Imaginemos a un padre o madre que postulan a su hijo a un colegio, pero su historial como padres tiene manchas registradas. O que una universidad, ya sea para admitirlos o para considerar a sus hijos para alguna forma de beca, les pidiera su registro del SíseVe-Padres. ¿Creerían que este sistema les juega a favor? ¿Agradecerían su existencia porque supuestamente resolvió problemas de los que muchas veces ni siquiera estaban enterados?

Este paralelismo nos lleva a reflexionar sobre por qué aceptamos con tanta facilidad la exposición pública de los conflictos o errores de los estudiantes, pero no toleraríamos un sistema similar aplicado a los padres.
Quizás la respuesta esté en que el Minedu aliente a retornar al modelo educativo donde el diálogo respetuoso entre profesores, alumnos y padres sea la base de cualquier solución de problemas. La escuela es el lugar de encuentro entre todos y, por ello, debe ser el espacio de solución, no una mesa de partes para trasladar los temas al poder judicial. El uso de instancias extraescolares debería quedar reservado exclusivamente para situaciones graves que afecten la vida, el patrimonio o la seguridad de los involucrados

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Columna afín: SíseVe y la muerte laboral anticipada de quien figura allí
https://www.trahtemberg.com/siseve-y-la-muerte-laboral-anticipada/

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