¿Cómo miden las encuestas políticas la bipolaridad peruana y cuál es el plan Ollanta-Nadine para el 2016? (León Trahtemberg)

Me causa extrañeza ver cómo algunos analistas de las encuestas políticas mensuales sobre popularidad presidencial y la pareja-presidencial buscan en lo ocurrido en el mes transcurrido una posible explicación a la subida o bajada de popularidad, como si hubiera una relación lineal entre ambos.

Si fuera cierta esa relación, ¿cómo se explica que Ollanta Humala o Nadine Heredia hayan arrancado con 55% de popularidad ascendente por unos meses y manteniéndola casi constante por un año, sin que en esos meses hubiera nada que justifique mantener o subir su popularidad? A la inversa, ¿son tan malas las acciones de gobierno de cada uno de los últimos 4 meses para explicar tamaña caída en picada de la popularidad de ambos?

En realidad, las encuestas de mes a mes no sirven de mucho para explicar la bipolaridad emocional de la población, que usualmente arranca con una sensación de euforia con el nuevo gobernante y luego de un período de tiempo (que en Toledo y García fueron más cortos por su exagerado figuretismo y triunfalismo que no se dio en Humala que más bien contó con un período de expectativa a su favor hasta ver qué hará en este giro de la «Gran Transformación» a la «Hoja de Ruta»). Pasado el periodo inicial de observación/expectativa positiva viene la decepción al constatar que las promesas no se cumplen y la eficacia prometida en la campaña se evapora. Allí viene el desembalse con caídas continuas hasta el final de gobierno que no se reflejarán en la popularidad presidencial al despedirse (que inclusive puede ser de 30%) sino que -como se vio en el caso de Toledo y García- se expresan en la reducción al mínimo del número de congresistas de su partido elegidos para el Congreso siguiente (entre 2 y 4 en esos casos).

Ese es el camino que normalmente seguiría también Ollanta Humala, salvo que logre perfilar una forma de gobierno distinta a la que de los 2 años transcurridos que permitan recuperar la euforia de la población.

Mi sensación es que el empoderamiento de Nadine Heredia como lideresa del partido nacionalista tiene más que ver con tener una locomotora para lograr votos en el Congreso-2016 que permitan tener una bancada post-gobierno suficientemente grande como para cumplir el rol de guardaespaldas que tiene Fujimori pero que le faltan a Toledo y García, que tuvieron enormes vacilaciones y cometieron gravísimos errores a la hora de colocar al candidato presidencial para el gobierno que los sucedería (Jeannete Enmanuel y luego Rafael Belaúnde Aubry por Toledo y Mercedez Aráoz + lío Del Castillo/Quesada que dejó desierta la candidatura con García).

Ese rol lo podrá cumplir Nadine Heredia, sea forzando una candidatura presidencial (aunque pierda las elecciones sacaría muchos votos congresales) o presentándose como cabeza de lista para el Congreso.

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